De la Iglesia
Álex de la Iglesia deshoja la margarita
Aunque el cineasta insiste en que se va, su entorno asegura que si la Junta de la Academia se lo pide no dimitirá
Vuelve a tener un pie dentro de la Academia. Después del anuncio de su dimisión como presidente, Álex de la Iglesia parece haberse replanteado su postura de abandonar la institución por su rechazo al texto de la ley «antipiratería». Según personas cercanas al cineasta, De la Iglesia revocaría su decisión si la Junta Directiva de la Academia, que se reúne hoy, así se lo pide. Dadas las reacciones a su anuncio, cabe esperar que el 13 de febrero, día de la gala de los Goya, no sea el último como presidente, tal y como había anunciado. Aunque las formas no gustaron (que la Academia se enterara a través de la edición digital de un diario no sentó bien), la opinión general de los académicos sobre su gestión es excelente.
Sin embargo, el director, en plena preparación del rodaje de su próxima película, «La chispa de la vida», aseguró ayer a Efe que en la junta directiva de hoy no se discutirá la reversibilidad de su decisión: «Yo voy a dimitir. Mañana (por hoy) se replantearán otras cosas: si dimito el 13 de febrero o en otro momento».
En el buen camino
La ministra de Cultura, que en un primer momento optó por que el director reconsiderara su postura, ayer le abrió un poco más la puerta de salida al afirmar que «si no puede seguir ejerciendo ese papel es mejor que deje el cargo», y señaló que «Iciar Bollaín podría sucederle». En todo caso, no es decisión de González-Sinde, sino de la Junta Directiva de la institución, una de las más heterogéneas que ha tenido en toda su historia. Sus vicepresidentes son la realizadora Iciar Bollaín, el productor televisivo Emilio Pina y la directora de producción Teresa Enrich; mientras que los vocales proceden de todos los oficios del mundo del cine. Precisamente, el equipo liderado por Álex de la Iglesia tenía como objetivo unir a una institución dividida y cambiar la imagen sectaria que el cine español arrastraba desde hace años. Y, en cierta manera, lo consiguió. Aunque sus ansias de consenso superaron lo posible durante la negociación con los internautas sobre el texto de la ley «antipiratería». Hoy, la Junta Directiva de la Academia tiene la palabra.
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