FC Barcelona

Balón de Oro

El sello de La Masia

La Razón
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Messi, Balón de Oro 2010, como en 2009. ¡Qué chasco! ¡Mecagüen! Si le respetan las lesiones ganará media docena. Lo merecían Xavi, acaso la última oportunidad, e Iniesta, por ese valor añadido del Mundial que ya no multiplica. Excepto por el premio de Mourinho –sólo 18 entrenadores han ganado un Mundial y Del Bosque es uno de ellos– el triunfador es el Barça, hoy, la esencia; ayer, más que un club en tiempos de Agustín Montal y José Luis Núñez, un equipo acomplejado cuando Gaspart intentó ocuparse de él y trampolín político durante el fructífero mandato de Joan Laporta. Cuando Laureano Ruiz coordinó su fútbol base y Rinus Michels lo entrenó, giró 180 grados. La Masia es el sello. Una mina que Johan Cruyff, primero, y Pep Guardiola, después, se empeñaron en explotar sin renunciar a los términos de su creación. Michels consiguió imponer los entrenamientos homogéneos en todas las categorías y personajes como Oriol Tort y Jaume Olivé afinaron el ojo clínico e implantaron la disciplina, la pedagogía y una forma de jugar que ha culminado con la ocupación del podio en el Balón de Oro. Algo tiene el Barça cuando lo bendicen. Cuenta Fernando Hierro, director deportivo de la Federación Española de Fútbol, que cuando se concentran en Las Rozas las jóvenes promesas no cuesta distinguir en el comedor a los azulgrana. Destacan por su educación, instrucción y madurez. Ejemplo: Iniesta, Xavi, Messi... Fútbol, talento y sencillez.