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Pope Parade

La Razón
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Hay un ambiente extraño estos días en Madrid: pasean la ciudad una suerte de groupies – Papaflautas dicen algunos - que vienen a la JMJ y que van regalando sonrisas y buen rollo mal que les pese a algunos. Llevan cara de subidón del tipo Love Parade pero sin aditivos ni conservantes. Y les toca compartir asfalto con otros más malencarados con su punto de cabreo que en cuanto rascas, saltan. Y de qué manera. Ideas y credos al margen la JMJ es una buena oportunidad para la ciudad, para la economía y hasta para las aspiraciones olímpicas. Cuando se organizan finales de la Champions – y eso que todavía no nos han dado los Juegos - también se cortan calles, se rebajan abonos transportes para los visitantes y no veo a ningún ateo futbolístico manifestándose en contra. Así que dedicarse a intentar reventar sistemáticamente algo que nos viene bien a todos es, además de muy simple, especialmente torpe en estos tiempos que corren: es de pobrepensadores. ¿Manifestar ideas contrarias? por supuesto: todo el mundo está en su derecho. Pero empecinarse en detalles absurdos demuestra que algo tiene el Papa cuando lo bendicen. Despierta las conciencias de los suyos y de los contrarios.