África

Trípoli

Un millón de euros por la cabeza de Gadafi vivo o muerto

A pesar de que los rebeldes hayan tomado Trípoli y de que su Gobierno esté ya preparando la era post Gadafi, la guerra aún no ha terminado. Sobre el terreno todavía hay frentes abiertos y, además, Muamar Gadafi sigue en paradero desconocido. Ni los servicios secretos internacionales ni los revolucionarios saben dónde se encuentra escondido él, su familia y sus colaboradores más cercanos.

Los rebeldes celebran la toma del palacio de Gadafi en Trípoli
Los rebeldes celebran la toma del palacio de Gadafi en Trípolilarazon

El presidente del Consejo Nacional Transitorio, Mustafa Abdel Yalil, anunció ayer en Bengasi que un hombre de negocios de la ciudad ofrecía dos millones de dinares libios (un millón de euros aproximadamente) por el coronel, vivo o muerto. Éste es ahora el principal objetivo de los insurgentes y lo único que puede poner fin al conflicto. El CNT lo sabe y por ello ha prometido incluso inmunidad a cualquier persona del círculo íntimo de Gadafi, hasta sus ayudantes o familiares, que lo entregue o lo mate.

Los dirigentes rebeldes no esconden su ansia por acabar con el tirano sea como sea. Hasta entonces, se espera «cualquier barbaridad» por su parte, tal y como admitió ayer Abdel Yalil, que expresó su temor a que Gadafi pueda provocar una «catástrofe», en el momento que todavía tiene bajo su control algunas zonas del país y batallones.

La batalla de Sirte

En estos momentos, los rebeldes y el Ejército libio se disputan algunas zonas en el oeste del país, pero los dos principales bastiones del régimen son Sirte y Sabha, ambos controlados por la tribu de Gadafi y sus aliados.

Poco o nada se sabe de la situación en ambas localidades, ubicadas justo en medio de Libia. Sirte en la costa mediterránea y Sabha, en el desierto, en el sur del país. Ayer, el portavoz militar del Ejército revolucionario, Omar Ahmed Bany, insinuaba que el coronel podría esconderse en algún lugar entre estas dos ciudades, en las que no ha habido ningún conato de rebelión que se haya conocido. Se sospecha que los pocos hombres y armas de los cuales todavía dispone Gadafi se estarían concentrando en estas localidades, desde las que aún podrían lanzar un último contraataque desesperado.

Por su parte, los rebeldes se encuentran a las puertas de Sirte adónde no quieren aún entrar para evitar un enfrentamiento: los responsables políticos y militares de Bengasi aseguran que quieren tomar la ciudad de forma pacífica.

Ahmed Bany explicaba que hay negociaciones en curso con los jefes tribales de la ciudad, mientras que el presidente del CNT hizo ayer un llamamiento a los habitantes de Sirte para que se unan finalmente a la revolución, cooperen con los rebeldes y no teman su llegada, ya que sólo quieren «liberarles». En Sabha, la situación es diferente, ya que no hay fuerzas rebeldes presentes en la ciudad o dirigiéndose hacia ella, sino que tendrán que ser los propios opositores los que se rebelen desde dentro, tal y como explicó Bany en rueda de prensa, asegurando que los libios serán los que liberen todo el país definitivamente.

El presidente del CNT aseguró que sigue habiendo grupos gadafistas resistiendo y que lo harán hasta que su líder no abandone el poder y lo anuncie públicamente. Pero el dictador no parece tener ninguna intención de hacerlo: en la madrugada de ayer, reaparecía en una grabación de audio, de muy mala calidad y en la que su voz era irreconocible, asegurando que su retirada de Bab al Aziziya había sido estratégica después de que la OTAN le haya bombardeado 64 veces, según el dictador, que una vez más se mostraba desafiante y aseguraba que lucharía hasta el final.

Alerta en los hospitales

El supuesto Gadafi también dijo en la grabación emitida por un canal de TV libio que la situación está bajo control en Trípoli. Allí las batallas continuaban ayer. Aunque los rebeldes controlan ya casi toda la ciudad todavía hay elementos del régimen en algunos barrios, incluso en el complejo residencial de Bab al Aziziya, que están empleando armamento pesado para defender lo poco que queda en sus manos.

La situación es de guerra, con los suministros que empiezan a escasear y los civiles atrapados en sus casas por miedo a los morteros que caen de forma indiscriminada y, sobre todo, a los francotiradores, que siguen desplegados en muchos puntos de la ciudad.

El presidente rebelde aseguró que se vive una emergencia humanitaria en los hospitales de la ciudad y pidió suministros y personal médico para ayudar a los heridos, civiles y combatientes de ambos bandos. La TV árabe Al Yazira ofrecía la cifra de 400 muertos y unos 2.000 heridos en la batalla por Trípoli. Aun así, para los libios estos días son de celebración, las últimas horas agonizantes de una dictadura de más de 40 años. Tarek, un hombre de mediana edad con tres hijos, aseguraba a LA RAZÓN que estos son los días más felices de su vida: «La libertad es preciosa», decía mientras planea ir a Trípoli a pasar el «Aid el Fitr», fiesta que culmina el mes sagrado del Ramadán, la semana que viene. Para entonces, el CNT prevé que la capital esté bajo su control y sea segura para su traslado definitivo allí.


Secuestran a cuatro periodistas
Cuatro periodistas italianos –entre ellos los corresponsales de «La Stampa» y el «Corriere della Sera»– fueron secuestrados ayer en Libia cuando se dirigían en coche a Trípoli desde la localidad occidental de Zawiya. Se sabe que todos se encuentran bien, puesto que los secuestradores permitieron a uno de ellos hacer una llamada.

Claves para evitar otro Irak
Los rebeldes, con la comunidad internacional, tienen que convocar elecciones cuanto antes (en Iraq se tardó 18 meses) y descongelar fondos en el extranjero para evitar el colapso de la economía. EE UU pagó caro en Iraq el desmantelamiento del Ejército y del partido oficialista Baaz. Muchos iraquíes vivían de ello.