Valencia
Más esfuerzo más educación por Emilio López Barajas
«La solución en momentos de crisis no es echar más leña al fuego, sólo se plantean derechos, pero no deberes»
Los momentos de crisis son de reflexión. Se trata de analizar con detenimiento, con tranquilidad, sin luchas ideológicas, el estado de la cuestión. Se trata hoy de realizar una radiografía en profundidad de los problemas del sistema educativo, de tal modo que la medicina que se aplique sea acertada, y es que la solución no debe ser echar más leña al fuego.
La situación de la Educación en España es paradójica. Por una parte, el informe Pisa nos sitúa por bajo de la media, es decir, estamos suspendidos en relación con los demás países que se sometieron a la evaluación. No sólo nos calificaron de insuficientes en la lectura digital sino también en el rendimiento. Por otra parte, somos un país que en cuanto al número de titulados estamos sobre la media proporcional de los demás países de nuestro contexto. El porcentaje de titulados entre 25 y 64 años, en estos últimos años, que poseen titulación superior ha aumentado en diez puntos. Ésta era una de las conclusiones a las que en 2007 llegaba el Informe anual «Panorama de la Educación» de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Y, sin embargo España ha venido dedicando a la financiación de la educación un tanto por ciento, de algo más de un punto por bajo de la media, por no hablar de la distancia con Francia o Suecia por ejemplo. Esta es una de nuestras debilidades pero no la única.
La crisis ha duplicado el número de desempleados con carrera universitaria; el paro afecta aproximadamente a uno de cada diez licenciados. La contratación, por otra parte, es mayor entre los titulados de Formación Profesional que entre los universitarios. Tal vez por ello, el aumento de los titulados en Formación Profesional en estos últimos años coincide con el descenso del número de matriculados en la universidad.
El problema no es sólo económico. Junto a esta panorámica general, también podemos oír con frecuencia: ¿qué puedo hacer con un hijo que es muy inteligente pero que no se esfuerza? Mi hija se cansa en seguida. Mi hijo no deja en orden su habitación ¿qué puedo hacer? Resulta difícil dar una interpretación y respuesta general, porque cada caso tiene un entorno que es distinto. Pero si podríamos hacer algunas reflexiones provisionales.
Se ha extendido una especie de neonaturalismo russoniano, que hacía creer que todo lo que fuese ejercicio del respeto y el esfuerzo era algo traumático, y que el placer era la senda de una vida feliz. La consecuencia ha sido que sólo se han reclamado los derechos pero no los deberes en todo momento. Algunos agentes sociales han planteado un clima de centro, donde los derechos estaban siempre presentes pero no los deberes y el esfuerzo. La consecuencia ha sido la falta de equilibrio y armonía en la relación necesaria entre profesor y alumno. El alumno, en alguno caso, ha llegado a pensar el profesor era un colega. Supongo que pocos padres han dicho a sus hijos que no acepten algo que no fuese fruto de su esfuerzo.
Por otra parte, ha desaparecido la formación en virtudes, y se ha sustituido por el desarrollo de competencias. Como si en la bolsa de la vida no tuviésemos que llevar además los principios intelectuales y morales que son las «herramientas» que nos permiten responder de forma inteligente y prudente en la biografía de nuestra vida. La noción de virtud no ha sido entendida en su justo significado, es decir, como fuerza. Ha estado ausente en muchos ambientes la prudencia. Como la tradición en su conjunto se ha silenciado, se ha ignorado que el amor precede al deseo, que si el placer si se antepone al amor no da lo que promete, sino todo lo contrario, es decir, la esclavitud de la adicción, como vemos en la prensa de cada día. Hay que desempolvar los cuentos, que son ideales como recursos didácticos, para mejorar la educación en virtudes de los niños y hace más alegre la vida del aula y la familia. Las tradiciones culturales más importantes, ya lo sabían, los hebreos formaban en las virtudes intelectuales y morales cantando los hechos y los valores fundamentales, y lo hacían en verso, lo que facilita el amor a la belleza, al arte, a la poesía, a través del ritmo y el compás de la vida. No se puede hacer retórica con el «discurso pedagógico», diciendo que los recortes económicos pueden producir daños permanentes. Los verdaderos daños se producen desde el corazón contradictorio del ser humano, cuando no dispone de las «herramientas» de las virtudes para orientar el proyecto de su vida, y cooperación al bien común de todos. La causa primera de esta crisis no es financiera sino ética. La mejor forma de mejorar la educación es hacer autocrítica.
Emilio López Barajas
Catedrático de la UNED
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