Reestructuración bancaria

El gran y único ridículo de las cajas

La Razón
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La increíble y triste historia de las cajas andaluzas enfila la definitiva recta final de uno de los mayores ridículos económicos de la Junta en los últimos años. De la petulante y pretenciosa «caja única» de Manuel Chaves se pasó a la resignación de una «gran caja» que, como consecuencia de una estrategia errática y arrogante por parte de la Junta, a punto está de culminar en un modelo que bien podría definirse bajo el descorazonador e insustancial epíteto de «caja ninguna». En apenas seis meses, el sistema andaluz de cajas ha sido desarticulado y vaciado en su práctica totalidad en un proceso plagado de fracasos sucesivos que concluirá con una caja desaparecida totalmente (Cajasur), otras dos fuera de la órbita de influencia genuinamente regional (Cajasol y CajaGranada) y una cuarta convertida en la soltera de oro del sistema bancario (Unicaja) con la que al parecer nadie tiene la menor intención de casarse. El resultado final del desastre no puede ser peor, en el sentido de que ninguno de los planes alumbrados por la Junta –si es que alguna vez los tuvo– va a culminar con el objetivo y los propósitos asignados, lo que incide de nuevo en un futuro mapa del sistema financiero español en el que Andalucía ni está ni se la espera. A la fuerza ahorcan, y de aquellas elefantiásicas ínfulas de la caja única o la caja grande, se ha pasado por obligación a cometidos más pequeños y mucho más dispersos. Esto es lo que hay. Queríamos una y puede que nos quedemos sin ninguna; la queríamos grande y es posible que lo que quede sea lo más pequeño de todo lo que se despache en cajas antes de que el 31 de diciembre finalice el plazo para acogerse a los fondos de reestructuración.
Del doble ridículo de Cajasur, que ni siquiera llegó a plantearse que una intervención significaba perderlo literalmente todo y, consecutivamente, reducir el tamaño y el empleo, se pasó después al triple ridículo de Unicaja en Caja Castilla la Mancha, Cajasur y en el papel de liderazgo que se le atribuyó en una hipotética fusión intraterritorial de tan funesto resultado. Es eso a lo que el presidente del PP, Javier Arenas, ha llamado «estar en Babia», refiriéndose a Griñán, aunque lo que más cuadre sea lo dicho por el gurú de uno de estos «emporios cajeros andaluces» que aún considera que preside una gran caja por la sencilla razón de que pronto va a quedarse sola: «no se ha roto nada porque no había nada». Lo ha dicho Medel sobre Cajasol. Y era cierto.