David DeMaría: «No sé si canto ante el Papa por mi apellido»

–En agosto cantará ante el Papa. ¿Se ofreció o le llamaron?
–Me llamaron de la organización. No sé si fue por mi apellido (risas).

–Claro: DeMaría. Y seguro que para usted es un honor.
–Para mí, cantarle al Papa es un privilegio, un honor y una experiencia inolvidable. Cantaré con más sentimiento que nunca.

–¿Y qué va a rezar antes de salir al escenario?
–Con un padrenuestro y un avemaría vamos bien.

–¿La devoción le viene de su nombre?
–No, de la educación. Nací en Jerez, siempre he vivido en un entorno religioso: cofrades, Semana Santa... Les compré una casa a mis padres en el centro para que vieran pasar las procesiones desde el balcón.

–Y me imagino que es cofrade...
–Sí, de la Hermandad del Silencio.

–Poco propio para un cantante...
–Cuando no canto soy muy silencioso. Me gusta el silencio. Salgo de nazareno en la madrugada del Viernes Santo.

–Dígame qué le va a cantar a Benedicto XVI...
–«Detrás de cada historia». Una canción que habla de superar el dolor de la rupturas, de abrir una ventana al optimismo, de perdonar y ser perdonado.

–¿Sabe algo de los gustos musicales del Papa?
–Sé que le gusta lo clásico, lo barroco, que es músico y que toca el piano.

–Es usted católico. ¿Es bueno en el buen sentido de la palabra?
–No lo sé. Creo tener principios. Soy transparente y honesto.

–Dice que ha aprendido a ponerse en el lugar del prójimo...
–Me gusta eso de «no juzgues y no serás juzgado». Juzgamos demasiado sin saber y con prisas. Y estamos llenos de prejuicios.

–Canta «Sin decirnos nada». ¿Va por los políticos?
–Podría ir. Se ha impuesto la retórica. Se esconden detrás de las palabras.

–Canta «Lo que pudo ser». ¿Será posible que salgamos de la crisis?
–Más que la crisis económica, me preocupa la de valores. La ausencia de valores creó la crisis. El ser humano es corrupto por naturaleza.

–Canta «La ley de los hombres». ¿Qué ley no respeta?
–Soy políticamente correcto, pero lo que más me cuesta como cantante es no caer en la ley del vicio. Intento no ser extremadamente epicúreo.

–Canta «Viviré, moriré». ¿Y luego?
–Somos energía y creo que nos transformamos en energía. El cielo es una metáfora de nuestra conciencia.

–Ahora me explico por qué le llamo cielo a mi mujer...