Valencia

Murcia escenario de heroísmo hace dos siglos por Gabriel Rodríguez Pérez

Murcia escenario de heroísmo hace dos siglos por Gabriel Rodríguez Pérez
Murcia escenario de heroísmo hace dos siglos por Gabriel Rodríguez Pérezlarazon

En el número 14 de la calle de San Nicolás, puede verse una placa oscura, en la que se lee: «Reynando el Sr. D. Fernando VII y defendiendo su patria el Gener. D. Martn. La Carrera fue muerto en este sitio por las tropas de Napoleón el día 26 de enero de 1812». Y en la Torre de Romo, está la calle del General Martín de La Carrera. Hoy es el bicentenario del hecho heroico que recuerda esa placa y que unió el nombre de su protagonista al de Murcia.

Cuando D. Martín de la Carrera llegó a Murcia, era ya mariscal de campo (general de división), con un brillante historial. En septiembre de 1811, se reorganizaba el III Ejército en Levante; y el general La Carrera reorganizaba su caballería en la zona de Mula. Al iniciarse 1812, las únicas plazas portuarias mediterráneas libres de los invasores eran Cartagena y Alicante, lo que dio prioridad a su defensa. Para ello, La Carrera apoyó una retirada de fuerzas, desde Chinchilla hasta cerca de Alicante.

 La retirada de fuerzas francesas de Valencia y Albacete despejaba la situación, pero surgió la amenaza del general Soult, cuyas fuerzas venían de Granada hacia Valencia. Ante esta situación, el general La Carrera situó su caballería en Orihuela, Albatera y Elche, con la misión de observar al enemigo y atacarlo, si se acercaba a Alicante.
El 25 de enero, una vanguardia francesa entró en Murcia, que estaba desguarnecida; exigió una fuerte contribución, de la que sólo se entregó una pequeña parte, y aseguró que volvería por el resto al día siguiente. El general La Carrera estaba en Orihuela y fue informado a la una de la madrugada del 26. A las cuatro, ordenó que una fuerza de ciento cincuenta caballos fuera hacia Murcia y Alcantarilla, a buscar información. A las siete, salió él con el grueso, y a las nueve y media, supo que los franceses habían entrado en Murcia. Entonces decidió dar un golpe de mano en la ciudad; fue a la unión de los caminos de Churra y Espinardo, donde estaba el teniente coronel Yebra, con dos escuadrones, y le ordenó marchar por el camino de Monteagudo, entrar en Murcia por la Puerta Nueva y confluir con él en el Arenal.
Desde allí, marchó hacia Murcia, arrolló una gran guardia, en el Huerto de las Bombas, y entró por la Puerta de Castilla. En la ciudad, se encontró con una fuerza de unos cincuenta caballos y ordenó una carga contra ellos, que huyeron por el puente, hasta la orilla S. del río. Allí estaban formados dos escuadrones; por el Arenal, venían unos ochenta caballos, y por el puente, volvían los que habían huido. Al tener fuerzas enemigas al frente y a un flanco, el general mandó cargar, pero los franceses, superiores en número, acudieron por varias calles y lo envolvieron. Se trabó un combate desordenado, en el que el general, dos o tres oficiales y seis o siete soldados cubrieron la retirada de los demás. Pero poco después, se vieron rodeados y el general ordenó retirarse por las calles de San Pedro y San Nicolás. En ésta, fue rodeado por seis u ocho franceses, de los cuales derribó a varios, pero recibió un disparo, pese a lo cual siguió combatiendo hasta su muerte. Su cadáver fue recogido por el Ayuntamiento, que instaló la capilla ardiente en la Sala Capitular.

Ya no se pagó el resto de la contribución exigida y Soult sometió la ciudad a saqueo. Sus tropas redoblaron su seguridad y, al amanecer del 27, marcharon hacia Valencia.
Ese día 27, hará mañana doscientos años, los restos del general La Carrera fueron trasladados solemnemente a la catedral. Y a continuación del funeral, los acompañó hasta el cementerio un enorme cortejo fúnebre, encabezado por el Ayuntamiento en pleno y todo el clero de la ciudad.