Teatro

Berlín

Impresionante Carlos Álvarez

El barítono borda su papel en el «Don Giovanni» brutal y violento de Peralada

El barítono borda su papel en el «Don Giovanni» brutal y violento de Peralada
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«Don Giovanni»
De Mozart. Voces: C. Álvarez, R. Gleadow, P. Talbot, M. Mimica, R. Siwek, P. Ciofi, A. M. Martínez y J. Kuroçová. Dir. musical: Guillermo García Calvo. Dir. escena Roland Schwab.Orquesta de la Deutsche Oper de Berlín y Coro de Cámara del Palau. Peralada. 3-VIII-2012


Con motivo del Centenario de la Deutsche Oper de Berlín, inaugurada en 1912, se encargó a Roland Schwab un «Don Giovanni», en el que el director de escena ha buscado un nuevo enfoque para el famoso «disoluto punitto» convirtiendo al protagonista en un ser demoníaco y atormentado que busca el mal y el dolor de las mujeres, cada vez más violento con tal de acabar con la maldición que no le permite finiquitar su propia existencia. Un ser maldito e inmortal, que además de seductor y asesino, que en esta propuesta se universaliza al multiplicarse el personaje, no ya en su criado Leporello, sino en una veintena de replicantes que le siguen en todas sus brutales e inmorales hazañas. Y desde el asesinato del Comendador, muerto a golpes de palos de golf por todos los otros yo de «Don Giovanni» y Leporello, se inicia una cuenta atrás en la que el burlador de Sevilla va numerando sus desmanes cada vez más peligrosos y criminales como búsqueda de su propia aniquilación.

Todo negro
Así una quincena de neones iluminaban constantemente un escenario casi vacío, negro como el vestuario del protagonista, de Leporello y de sus replicantes. Sólo algo de color y belleza para el resto, un reparto realmente desigual en el que se enfatizaba la parte actoral muy por encima de la musical. Merece la pena destacar la vuelta del gran barítono malagueño Carlos Álvarez a los escenarios españoles, con una memorable actuación como el protagonista en la destacó una bastante mejorada técnica vocal, una emisión limpia y homogénea en su poderoso registro, con poca profusión de matices, eso sí, pero de enorme solvencia canora y extraordinaria y profunda interpretación actoral. Sin ninguna duda, el mejor intérprete de la velada. El Leporello de de Gleadow fue un dechado de lascivia y brutalidad, por encima de sus dotes canoras que quedaron completamente enterradas en los excesos de la labor actoral. El capítulo femenino tampoco se salvó de los excesos actorales con una Doña Elvira de timbre duro y estridente a cargo de Ana María Martínez y una Doña Ana con problemas de emisión y proyección de muy poco interés canoro de Patrizia Ciofi. Correcto el Don Octavio de Philippe Talbot, el único en recibir una breve salva de aplausos en todo el primer acto, y bastante deficiente el Masetto de Marko Mimica y la algo dura y poco musical Zerlina de Jana Kuruçova. Todo ello en una producción demasiado fea e intelectualizada, con dobles y triples mensajes tapando el aspecto canoro y con movimientos exagerados de la veintena de figurantes que molestaban constantemente en el desarrollo musical, en una de las producciones más frías y poco agraciadas que se hayan visto en España en los últimos años y con cortes inaceptables en la partitura, incluida la escena del canon final. Hay que destacar la labor del coro y la excelente calidad musical de la Sinfónica de la Deutsche Oper de Berlín con una consistente dirección musical de García Calvo.