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La tasa bancaria recrudece la guerra en la ya dividida UE

Cameron amenaza con vetarla si no se impone a nivel global. Francia la quiere aplicar en solitario

La tasa bancaria recrudece la guerra en la ya dividida UE
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MADRID– Ya no son simples escarceos o amagos. Lo que Gran Bretaña tiene con Francia y Alemania es un enfrentamiento en toda regla que pocos saben cómo terminará y que amenaza con llevarse por delante a la UE. Y lo peor es que el que parecía inquebrantable eje «Merkozy» también tiene fisuras. La última batalla se ha declarado a propósito de la conocida como «tasa Tobin», que pretende gravar las transacciones financieras. En una entrevista en la cadena pública BBC, el primer ministro británico, David Cameron, advirtió ayer de que vetará cualquier medida de este tipo si sólo es impuesta a nivel europeo y no global. Según el «premier» británico, aplicar esta tasa sólo en la UE sin que se impongan medidas similares en otros lugares del mundo puede perjudicar al mercado laboral europeo y a la prosperidad del continente.

La Comisión Europea (CE) adoptó en septiembre planes para implantar una tasa del 0,1% para cada operación en los mercados y las transacciones de bonos, y del 0,01% para las que se hagan con derivados. La CE ha urgido a los países a trabajar juntos en busca de un acuerdo, pero algunos, como dejan claras las declaraciones de Cameron, no están por la labor de alcanzar ningún tipo de acuerdo con sus socios.

Sarkozy, en solitario
Si el primer ministro británico se manifestó ayer en este sentido fue porque el Gobierno francés, en un gesto que parece tener evidentes intenciones electorales, se desmarcó el viernes de este proceso de concertación europeo y anunció que este mismo mes tomará una decisión sobre el mecanismo anti-especulación. «No esperaremos a que todos los demás estén de acuerdo para aplicarla», aseguró su presidente, Nicolas Sarkozy, tras reunirse con Mario Monti. El primer ministro italiano, aunque apoya la tasa, sería más partidario de que se lleve a cabo en el marco europeo, criterio que comparte con Alemania. «El objetivo es lograr la instauración de una tasa en la Unión Europea», manifestó un portavoz del Gobierno germano el mismo día en que Francia anunció sus intenciones, en lo que es otro síntoma más de que las discrepancias en el seno de la Unión Europea alcanzan incluso al eje que se ha postulado como el motor del cambio.

A buen seguro que Sarkozy y la canciller germana, Angela Merkel, abordarán esta cuestión en el encuentro de dos horas que mantendrán hoy en Berlín. Sobre la mesa estará también el papel que el BCE debería tener para frenar la crisis de deuda. Mientras que Alemania es partidaria de limitar las compras de deuda pública española o italiana que está haciendo el eurobanco para contener el interés que ambos países deben pagar para financiarse, Francia defiende una acción más contundente del BCE, si bien en las últimas reuniones ha moderado su postura.

La preocupación por que España o Italia se declaren en suspensión de pagos y hagan saltar por los aires la eurozona llevará a Merkel a recibir a Monti una vez concluya su encuentro con Sarkozy. La canciller germana tiene particular interés en respaldar al dirigente italiano para que siga adelante con los ajustes que ha puesto en marcha en los últimos dos meses, después de sustituir a Silvio Berlusconi. Los tres líderes participarán en una mini-cumbre el día 20 en Roma, como ya lo hicieron en diciembre en Estrasburgo, para preparar el encuentro el Eurogrupo del 23, pero sobre todo el Consejo Europeo de una semana después del que saldrá el nuevo tratado de la UE.


El FMI pierde la fe en Grecia
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha perdido la fe en la capacidad de Grecia para sanearse ante los escasos progresos en la recaudación de impuestos y los magros ingresos por las privatizaciones. El semanario alemán «Der Spiegel» adelantó ayer una información en la que señala que el organismo internacional considera que Atenas será incapaz de amortizar su deuda sobre la base de los actuales planes de saneamiento que controla junto al Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea.