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Baronesa Ashton

La Razón
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Catherine Ashton, que pasará a la historia como la primera ministra de Exteriores de Europa, tiene aspecto de haber estudiado mucho durante su juventud y de haber dedicado a los libros el tiempo que sus compañeras empleaban en novios. Su currículum, sin embargo, no fue tenido muy en cuenta por quienes la eligieron para tan alto puesto comunitario. La baronesa debe su nombramiento a la suma de tres circunstancias: ser mujer, ser laborista y ser británica. Zapatero, por ejemplo, confesó que Ashton le habría dejado frío de no haber sido mujer, y restó importancia a su inexperiencia en el espinoso terreno de la diplomacia: «Fíjense en mí, nunca dirigí nada y aquí me tienen, de Presidente», vino a decir con ánimo pedagógico el día en que la eligieron. Argumento inapelable, sin duda. Lo cierto es que el caso de Ashton pone de relieve que en los usos políticos vigentes la valía personal, el bagaje intelectual o la experiencia profesional acumulada son fruslerías en comparación con otros criterios, menos objetivos, pero políticamente más rentables, como el sexo o la militancia política. Ser de izquierdas y ser mujer se utiliza, en ocasiones, como méritos para ascender en la escala de poder, y no hay que irse a Bruselas para encontrar ejemplos contundentes. El currículum académico de algunas ministras españolas cabe en un sello de correo. Es verdad que para ser ministra de Igualdad o de Cultura tampoco hace falta haber leído a Hegel ni recitar de corrido a San Juan de la Cruz, pero la responsable de Exteriores de la UE tiene a su cargo 130 delegaciones europeas por todo el mundo, dirige a más de 6.000 funcionarios especializados en relaciones internacionales, maneja un presupuesto de 8.000 millones de euros y gestiona medios civiles y militares en la resolución de crisis. ¿No habría merecido la pena dar preferencia al currículo profesional de los candidatos, en vez de anteponer el género y el ardor militante como fiel de la balanza? ¿Y qué tal si además dominara los rudimentos de la geografía política del continente para saber que Ceuta y Melilla son dos ciudades españolas bastante más próximas a Londres que las islas Malvinas? Además, a la baronesa Ashton se la ha humillado innecesariamente al elegirla sólo por ser mujer, pues al lado de Moratinos podría haber pasado perfectamente por María Tudor. Y así se demostrará el día en que, por fin, se decida a ejercer la tarea que se le encomendó hace un año y en la que todavía no se ha estrenado. Su actitud pasmada ante el tsunami de Egipto es un escándalo.