Nueva York

Algo es algo

La Razón
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Si esto no lo arregla el imparable atractivo personal de Celestino Corbacho, el socialismo en Cataluña está a punto de darse un batacazo. Pero morrón, y de los gordos, el que se dispone, según las encuestas, a sufrir ERC. Con un canto en los dientes se daría Puigcercós si su formación política obtuviera la mitad de los escaños que hoy cubren los culos independentistas. Si se diera el caso de que CIU no consiguiera la mayoría absoluta, no resulta arriesgado intuir que el Partido Popular adquiriría en Cataluña una importancia que se le ha negado hasta nuestros días. No obstante, ERC no lo pierde todo. Les queda la lanza que un jefe de tribu del Amazonas le regaló al «pueblo de Cataluña» y que Carod-Rovira, receptor del punzane artilugio, se guardó para sí porque en su despacho quedaba muy mona y decorativa. Las cañas se vuelven lanzas, dice el refrán. Y nunca mejor dicho.
ERC, con el entusiasta apoyo del charnego mayor del Reino, se ha gastado el dinero de los contribuyentes catalanes abriendo embajaditas en todo el mundo que no sirven absolutamente para nada. Embajaditas encomendadas a embajadorcitos enchufados carentes de toda representación y eficacia. Un derroche inútil. Se recuerda, con gran regocijo, la oportuna inauguración de la embajadita de Cataluña en Nueva York, el mismo día y a la misma hora que Obama era proclamado en Washington Presidente de los Estados Unidos de América. Uno de los pocos concurrentes a la embajadita reveló que Carod-Rovira y su numeroso séquito se sintieron patrióticamente obligados a comerse todas las butifarras y caracoles que la Generalidad de Cataluña había enviado hasta Nueva York.
Los independentistas –incluyo a los terceros socios de ICV-Los Verdes, que no son otra cosa que los comunistas de toda la vida recubiertos de lechugas–, han mantenido en la presidencia de la Generalidad a un señor de Córdoba que no sabe hacer la «o» con un canuto.
Todo a cambio del protagonismo y acceso a los fondos autonómicos que el señor de Córdoba que no sabe hacer la «o» con un canuto les ha facilitado para dilapidar en tonterías y aldeanismos todos los millones de euros posibles y probables. Los catalanes no son amigos del derroche y el ridículo, y el castigo electoral se veía venir, aunque quizá, no tan contundente. Quien no tenga la fortuna de conocer Cataluña, podría pensar, por la política desarrollada por estos tres desdichados partidos, que aquello es un pueblo, cuando en realidad, es un prodigio de inteligencia, nervio, creatividad y riqueza. La imagen del «Tripartito» –en correcto español habría de escribirse y decirse Tripartido–, ha superado con creces el límite grosero de la gamberrada. Detallar o relacionar los errores políticos, sociales y económicos de este grupo de aprovechados merece el espacio que se reserva a una enciclopedia.
Pasadas las elecciones, es de esperar que con el mismo arrojo que Artur Mas ha demostrado pidiendo a Scarlett Johansson el número de su teléfono móvil, reduzca la intensidad de sus reivindicaciones soberanistas y se convierta en el presidente del Gobierno Autonómico de Cataluña desde una Generalidad renovada y seria. Y sin notarios. Existen muchas probabilidades de que su comodidad en la gobernación dependa de los injustamente tratados como apestados. Y Carod-Rovira, que se quede con la lanza, que algo es algo.