Alicante

De la ceca a la meca

La Razón
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Uno de los principales centros de ocio de Alicante se llama El Vaticano, y creo que es una discoteca, pero nadie se rasga las vestiduras. Los centros de alterne festeros en determinadas fiestas, incluidas las de Murcia, son cabilas, y nadie se rasga las vestiduras. En Moros y Cristianos de algunos pueblos se hace explotar la cabeza de cartón piedra de Mahoma, y nadie se rasga las vestiduras. Un restaurante de La Alberca se llama La Ermita, y allí se cena estupendamente y sobre todo se bebe buen vino. La Unión es conocida como la catedral del cante minero y nadie se rasga las vestiduras. Nadie se rasga las vestiduras, ni siquiera los propios musulmanes. Pero hete aquí que el radicalismo islámico se está imponiendo en el mundo árabe moderado y más democrático, donde lo que verdaderamente importa, además de las creencias, es el progreso de esos pueblos, que buscan de la ceca a la meca aquello que las tecnologías le ponen en la mesa y en la sobremesa. La primera función de un símbolo es la identidad y ello invita al respeto de lo que representa, y además, estoy de acuerdo. Pero no saquemos los pies del tiesto, porque entonces estamos abusando de los símbolos para buscar el enfrentamiento. La discoteca La Meca tiene más de veinte años de vida con algunos cierres temporales y nadie hasta ahora, ni siquiera los musulmanes, se han rasgado las vestiduras. ¿Por qué ahora? Pues por lo dicho antes: El radicalismo se impone y ello amenaza con romper la cordial convivencia que culturas, pueblos y religiones han mantenido durante muchos años y, esta tierra lo sabe bien porque en ella se han cruzado árabes, judíos y cristianos. ¿Serán las Fiestas de Moros y Cristianos el próximo capítulo?