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Ortografía yeyé

A partir de hoy mismo, quien escriba «guión», con tilde, que sepa que está cometiendo una falta de ortografía. La grafía correcta es «guion». La nueva «Ortografía de la lengua española» no se ha publicado todavía, pero su norma ya ha entrado en vigor. Y tanto si se pronuncia con hiato como si se articula como diptongo, «Sión» es «Sion», guste o no

La «ch» y la «ll» desaparecen como letras y a partir de ahora el alfabeto castellano tendrá 27
La «ch» y la «ll» desaparecen como letras y a partir de ahora el alfabeto castellano tendrá 27larazon

Lo mismo sucede con «fiais», «guie», «crio», «truhan», «hui», «liais»... Suenan igual, el significado no cambia, pero a muchos les costará habituarse a reconocer esas palabras desmochadas, privadas de la tiara elegante de su acento.

-¿Y desde cuándo comenzamos a escribirlas de esta manera?
-Desde ya, contesta riéndose Salvador Gutiérrez, coordinador de la obra, desde su despacho en la Real Academia Española.
-Costará habituarse...
Salvador Gutiérrez vuelve a reír. No considera que la seriedad, el rigor y toda la pedagogía que conllevan tengan que estar reñidos con el sentido del humor.
-Recuerdo a personas muy mayores que escribían Cristo con «h», a pesar de que ya se había suprimido esa «h»... Es cierto que cuesta modificar las costumbres ortográficas, aunque muchas editoriales educativas han incorporado ya algunas de estas novedades en sus libros de texto. Uno advierte que la ortografía está asimilada por los hablantes. Diría que está en su código genético. Sólo hay que ver cómo se reaccionó cuando se intentó suprimir la «ñ». El principio de la «Ortografía» es salvar la unidad del idioma. Si no es aceptada de forma unánime es un fracaso.

No será el caso. Esta nueva ortografía –estructurada en diez capítulos, redondeada con unos apéndices y que contará con la imprescindible edición escolar– ronda las 800 páginas (la anterior, editada en 1999, era considerablemente más escueta) y cuenta con el aval y el consenso de las 22 academias. Es panhispánica, algo que le faltaba a su predecesora. «Es más clara, sucinta y llegará a la gente porque se aclaran incluso los tecnicismos». El resultado es una obra más amplia y más explícita, pero que también incorpora una ortografía razonada para los que deseen ahondar.

Coherente y simple

«Explica los principios por los que se rige esta disciplina». El objetivo es sencillo y ambicioso: que los lectores entiendan que las decisiones adoptadas están basadas en la lógica, la razón y el conocimiento, y no en la arbitrariedad. «Coherente, simple y exhaustiva», repite Salvador Gutiérrez, con la vieja ortografía de los noventa, con esa ortografía superada, que pertenece al pasado, entre las manos.

Para redactarla se acudió al consenso de los filólogos que viven en las dos orillas del Atlántico, pero también a las bases de datos y al departamento del español al día, donde se reciben las consultas de todos los hablantes. «Ahí surgió, por ejemplo, "guión". No se sabía por qué lo preguntaban. Reparamos entonces que existía una pronunciación distinta en Centroamérica». A través de este servicio, los académicos apreciaron cuáles eran las inquietudes ortográficas de los hispanohablantes. «Cuándo utilizar mayúsculas y minúsculas, cómo adaptar los extranjerismos, las siglas, las palabras que van juntas o separadas...», comenta Salvador Gutiérrez.

Entre los días 1 y 3 de noviembre se aprobó el texto básico de esta «Ortografía» en San Millán de la Cogolla. El proceso había comenzado antes, casi desde la publicación de su precedente, y en el camino se han tenido que resolver «los puntos calientes», como lo de la «ch» y la «ll», que, aunque en esta ocasión no ha traído detrás polémica ni discusiones enconadas, sí había sido un aspecto debatido en tres congresos. Ahora se consideran dígrafos (signos ortográficos de dos letras) y por tanto el alfabeto ya no consta de veintinueve letras, sino de veintisiete. Es una de las grandes novedades. Pero existen otras. Salvador Gutiérrez habla de las largas conversaciones alrededor de la denominación de las letras.

Algunas de ellas recibían varios nombres: «be», «be alta» o «be larga» para «b»; «uve», «be baja» o «be corta» para «v». Para resolver este laberinto de denominaciones, esta larga lista de formas, se ha consensuado una solución: «be» para «b»; «uve» para «v»; «doble uve» para «w»; «ceta» para la «z» y la más llamativa, la que se prevé que será la más repetida como bandera y ejemplo de esta «Ortografía» reciente, aún nonata, pero ya presente: «ye» para «y» (en lugar de «i griega», que desaparece, lo que dará para algún comentario). «También hemos tenido en cuenta la ortotipografía. Se dice cuándo tenemos que utilizar la cursiva, podemos poner puntos a los títulos o usar letra redonda. Ahora es fundamental que los hablantes sepan cómo construir un texto», asegura Salvador Gutiérrez.


El detalle: Algunas innovaciones de la «Ortografía española»
- Mayúsculas y minúsculas: se eliminan las mayúsculas de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios. Ejemplo: «calle Gran Vía», «autopista Norte», «península de Crimea», «cordillera de los Andes», etc.
- El prefijo «ex-» se une a la base léxica si afecta a una sola palabra: «exjugador», «exmarido», «exdirector». También se escribiría «proamericano» y «antisocial». Se escriben separados cuando afectan a bases léxicas compuestas: «pro derechos humanos», «anti pena de muerte», «ex capitán general».
- A partir de ahora se escribirá «Irak» por «Iraq», «Catar» por «Qatar», «Cuórum» por «Quórum», «Cuásar» por «Quasar».
- Los pronombres demostrativos «este, ese aquel» y sus femeninos y plurales, al igual que el adverbio «solo», se pueden no tildar incluso en casos de posible ambigüedad, pero no se condena el uso del acento.
- También a partir de ahora «y» se denominará «ye» y no «i griega», y la letra «z» se escribirá «ceta».