Londres

Autos locos por F Martínez

La Razón
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Estos días por Londres hay varios tipos de taxistas. Está el despistado, que sufrieron algunos compañeros, y que no se conoce el camino. El despistado, el día de la ceremonia inaugural, tardó una hora y tres cuartos en hacer un recorrido de 35 minutos. Lo peor es que pasó cerca de la zona de llegada, Russell Square, pero siguió adelante y comenzó a dar vueltas para llegar al mismo sitio una hora más tarde.

Después está el perezoso: «Toc, toc, toc», tres toquecitos al cristal para despertarlo cerca de las once de la mañana. Allí, entre asiento y asiento, echaba una cabezada. Se despertó, con el pelo aplastado del lado en el que estaba apoyado, sonrió, dijo «ok» y arrancó. No tardó en sonar un pitido. No llevaba el cinturón, y nunca lo llevó. Realmente parece más incómodo estar diez minutos con el «pi, pi, pi» que con el cinturón puesto.

Y por último, el suicida. El taxista que no entiende la dirección y se gira para hablar con los clientes dejando de mirar al frente en un camino lleno de baches. La escena recordó a «Pulp Fiction», aunque en la película John Travolta no conducía, era el copiloto, y en la mano no llevaba un papel con una dirección, sino una pistola que se disparó con uno de los baches. Por fortuna, no hizo falta llamar al señor Lobo.