
Estocolmo
Una herida profunda en la autoestima por Pilar Tejedor / Patricia Horcajo

Sentimiento de culpabilidad, síndrome de Estocolmo, desbordamiento psíquico y una herida muy profunda en la autoestima. Ser víctima de una agresión en la que parte de tu físico queda modificado de por vida supone, según la psicóloga Pilar Tejedor, «una ruptura psíquica de primer orden que suele ser mayor en el caso de las mujeres que en el de los hombres». Y es que, en agresiones como la sufrida ayer por María Ángeles, para recolocar la situación mental es vital que se produzca una «reelaboración de la agresión, incluso en sueños, hasta que la mente se reconduce con la creación de una especie de by-pass a través del que se recupera la estabilidad». En muchos de estos casos, según Tejedor, las víctimas tienen sensación de culpa y «llegan a creer que se lo han merecido», explica.
Un trauma como este provoca, según la psicóloga experta en violencia de género, Patricia Horcajo, un «transtorno por estrés postraumático con una sintomatología englobada en tres grandes grupos». La reexperimenta-ción: «Cada vez que se mire al espejo revivirá el trauma, incluso con flashback». La evitación: «Intentará huir de conversaciones o lugares que le recuerden lo sucedido produciéndole, incluso, cuadros de amnesia». Aumento de la activación: «Esto provoca insomnio, pesadillas, irritabilidad y ansiedad, entre otros». Éstas son las consecuencias de un trauma tanto psíquico como físico, por lo que a este caso habría que añadirle las secuelas por el daño a su imagen.
Pilar Tejedor
Patricia Horcajo
Psicólogas expertas en malos tratos
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