Apuesta clásica por Andrés Sánchez Magro

El mundo del Rioja se mueve. Hay casas que han revolucionado la tendencia y la querencia de los que amamos esa tierra fundacional. Frente a esta propuesta más creativa, hay bodegas que encuentran en el clasicismo su seña de identidad. Marqués de Arviza 2003 Gran Reserva es un claro exponente de un Rioja clásico con tranquilidad. La fórmula parte del tempranillo y la garracha de viñas muy viejas. Se trata de un vino exclusivo, especial, embotellado en tan sólo 7.000 unidades, con un precio de otros tiempos, pues toda esta trazabilidad se factura en sólo 17 euros. Mucha viticultura tradicional y artesanal, tres años de envejecimiento en barrica y otros tres en botella, este Arviza presenta unos estándares de calidad superiores a los vinos de vida larga. Bodega radicada en Fuenmayor, con calados del siglo XVI, logra un vino de color rojo cereza con destellos de rubí y lágrima transparente y fina que parece perderse. Sus aromas son intensos, de los que penetran en los pulmones, y junto a su finura, los matices de la crianza envuelven toda la nariz y le confieren complejidad. Hay un punto de provocación en sus elegantes notas de café y caramelo, encontrándose la fruta varios planos más atrás, aunque aporta la riqueza de notas licorosas que encajan perfectamente con el resto. La entrada en boca es tranquila, propia de un vino de siete años, con mucha expresividad, cuerpo medio con buena acidez y una retronasal y repuntes ahumados . Este ejemplar es disfrutable con el tanino todavía algo secante y con una muy buena futura vida.