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La poesía que vino de la tierra

Perejaume publica «Pagèsiques», su libro de versos más ambicioso

Perejaume prepara exposición que se inaugura el próximo mes en la Pedrera
Perejaume prepara exposición que se inaugura el próximo mes en la Pedreralarazon

BARCELONA- Hay una serie de autores que, con diferencia de su campo creativo, tienen como común denominador el amor a la tierra. En ella hay una metáfora del propio hecho artístico, del concepto de construcción de una obra. Eso es lo que se percibe, por ejemplo, en la pintura de Joan Miró y en la literatura de Jacint Verdaguer. Siguiendo esa estela se encuentra «Pagèsiques», el nuevo poemario del polifacético artista Perejaume. El volumen, publicado por Edicions 62, es el poemario más ambicioso de un autor que definió ayer su obra como «un libro obsesivo de bosques para un público de bosques».

«Pagèsiques» engloba lo que el poeta considera como una «visión pornográfica del mundo». El autor argumenta que esto es así porque «tendemos a nutrirnos de imágenes de todos los lugares, pero sin tener un contacto físico con esos paisajes». Sin embargo, Perejaume se mostró partidario de «un contacto real con el mundo, que nos lleva a una idea prepaisajística anterior al siglo XVIII». De esta manera, el lector puede comprobar que el universo que surge entre las páginas del extenso poemario funciona como «un libro de libros, un campo de campos. Activo un sistema que tenía en la cabeza y que se ha acabado multiplicando en varios libros o secciones».

El conjunto se estructura en varios secciones o «capas ideológicas», como dice Perejaume. Se debe a su insistencia de no entender la poética como «un contenedor de cosas. He optado voluntariamente por no ir contra o un lugar concreto y preciso».

«Pagèsiques» está estructurado en varios apartados, que tienen que ver con una manera de entender la tierra. El primero, titulado como el libro, se refiere al mismo lugar en el que trabaja, el Montnegre, «un cerro que funciona con una magia especial». Aquí también caben nombres desconocidos como los del campesino y vecino Josep Travessa –que falleció mientras se escribía «Pagèsiques»–. A esta sección se incorporan creadores relacionados con la tierra y por quienes Perejaume siente una profunda admiración, como Miró y Verdaguer.

Árboles y corcho
En otras secciones de la obra, Perejaume habla de los árboles, de una manera de entenderlos y llegar a comprender lo que puede ser su vida dentro del bosque. También recuerda al corcho, un apartado que se convierte en el libro central «Pagèsiques» y que «me va bien para poder hablar de los cultivos y de los lugares del país». El artista asegura que «los árboles dibujan en su tronco lo que ven en el horizonte y en el cielo».

Completan este volumen los capítulos «El taller» y «Bloc de notes», en los que habla de ideas como la conciencia del lugar, o de la toponimia, entendida como «la acotación de un espacio». En las tres adendas finales Perejaume aborda cuestiones como la rúbrica, la mimesis, y el público.

El escritor ha estado trabajando durante mucho tiempo en todos los aspectos del poemario. Por ejemplo, en lo referente al idioma ha querido emplear «una lengua muy local, muy de pisar el terrenoo. Es la que todos emplearíamos si habláramos como si fuéramos un poema».
Hay también una intención heredera de Francesc Pujols, aquel filósofo de la Torre de les Hores: ser ultralocal porque «hacemos la vida que tenemos que es donde llegan nuestra piernas». Tampoco Perejaume piensa en un lector concreto cuando entrega su obra a su editor porque «vivimos en un mundo lleno de muertos y de memoria. Somos la suma de todo».

El artista trabaja ahora en varios proyectos. El más inmediato es la exposición que se inaugurará el próximo 24 de octubre en la Pedrera.