Tour de Francia
Alberto Contador
Hace unas semanas el Teatro Real de Madrid repuso el Eugenio Onegin de Tchaikovsky, y hubo quien recordó que a mediados de los noventa, Pedro Delgado, el ciclista, fue invitado a una transmisión de esta ópera en televisión y luego, en el coloquio, expresó su admiración por la capacidad de los cantantes para dosificar el esfuerzo. En la atinada observación de Perico Delgado aparecen algunas de las virtudes propias del ciclismo, como son el autocontrol y la resistencia. A veces, el control es necesario para una explosión de energía final, como es un sprint, y otras lo es para enfrentarse a un momento de sacrificio lucido sólo para quienes saben valorar el puro esfuerzo, como una subida de montaña. Alberto Contador, que es capaz de lo primero, lo es también de lo segundo. Quizás por eso no parece un hombre tranquilo ni pausado. Como otros ciclistas y muchos corredores de fondo, es de apariencia frágil, puro nervio a fuerza de prescindir de todo lo que no sea esencial. En cambio, siempre ha hecho gala, en la carretera y en los actos públicos, de equilibrio, de contención y de prudencia. Incluso llegó a decir que había hecho un Tour conservador cuando fue recibido en La Moncloa, hace pocos meses, tras ganar su tercera vuelta francesa. (En estas horas todos hemos echado en falta alguna clase de apoyo oficial a nuestro deportista: algún día recordaremos estos años como aquellos en los que unos cuantos pusilánimes presidieron la política española, e incluso quisieron representarnos.) Con este telón de fondo, la noticia de un presunto dopaje resulta aún más devastadora. Por el momento, los más perjudicados son los organismos oficiales, incapaces de controlar pasiones muy rastreras, o al parecer dispuestos a manipularlas, aunque no se sabe en beneficio de quién. Eso no le gustará al gran ciclista, como es natural, pero es lo de menos. Por ahora, no debe dejar de pensar que además de su honor, está en juego lo que representa. Que recuerde por qué hay mucha gente que se siente identificada con él, que lo apoyamos, que lo queremos, que estamos convencidos de que saldrá de este trance.
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