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Minier el Larsson de los Pirineos

El escritor francés presenta en Gijón el fenómeno «Bajo el hielo»«Bajo el hielo»Bernard Minier Roca. 576 páginas, 22 euros.

Minier el Larsson de los Pirineos
Minier el Larsson de los Pirineoslarazon

Gijón- A pesar de narrar con un pulso parecido, nadie confundiría una página de Bernard Minier con una de Stieg Larsson, porque, entre otros motivos, el francés está empeñado en dinamitar los estereotipos de hombre y mujer: los rudos personajes femeninos se desplazan en moto y disparan armas de fuegos, mientras que los hombres tienen costumbres aparentemente femeninos. Resulta una crítica a la sociedad francesa: «Aunque está sufriendo grandes mutaciones permanece todavía atada a discursos homófobos y xenófobos que le impiden avanzar».

 

 Todo empieza con el hallazgo de un caballo decapitado en una ladera helada de los Pirineos. Esta es la excusa que utiliza el autor para meter a personajes muy distintos en el clima social claustrofóbico de un pueblo de montaña. Minier ha buscado sacar a la luz los prejuicios de cada uno de los personajes en la interacción de un grupo que comienza a vivir una pesadilla encerrado en un valle.

 

 De un modo paralelo, el capitán Servaz y la psicóloga Berg quedan encerrados entre los muros del modo de vida de los habitantes del pequeño pueblo, cuyas existencias están marcadas por la soledad, los miedos y el odio, informa Efe. El autor ha atribuido formas de ser y de pensar diametralmente opuestas a los personajes del capitán y de su ayudante Esperandieu para buscar un «contrapunto provocador».

 

Excavado en la montaña

 

Servaz es ferviente defensor del humanismo y la cultura clásica y reniega de la modernidad y las tecnologías, aunque su ayudante es todo lo contrario: uno escucha a Wagner y, el otro, rock independiente. Esta dicotomía se presenta también entre otros personajes de la novela en un intento por «presentar un espectro bastante amplio de la sociedad», según ha explicado Minier. El escritor ha inventado también un escenario de ficción sobre la base de un «lugar que existe en realidad» y que ha adaptado a las necesidades del relato. La idea de la novela le surgió mientras veía un reportaje de TV sobre una central hidroeléctrica que había sido construida en una excavación bajo la montaña a dos mil metros de altitud.