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Barcelona vibra con la Copa del Mundo de Fútbol

Colas de media hora en el Museo Olímpic para ver, tocar y besar el trofeo de La Roja más azulgrana

Los estudiantes de Erasmus de Filología Hispánica no perdieron la ocasión de hacerse la foto
Los estudiantes de Erasmus de Filología Hispánica no perdieron la ocasión de hacerse la fotolarazon

BARCELONA- Para tocarla, abrazarla, besarla, fotografiarse con ella, vestirla con la rojigualda o chillarle «¡Campeones!». Centenares de barceloneses hicieron ayer cola en el Museu Olímpic i de l'Esport de Montjuïc para ver la Copa del Mundo de Fútbol que España conquistó el pasado 11 de julio en Sudáfrica.

Aunque el trofeo exhibido era una réplica –el original, de oro sólido, está guardado en una caja fuerte en la sede de la FIFA de Zúrich y los jugadores sólo lo tocan durante la celebración del título–, la experiencia de hacerse una fotografía con la copa supo a gloria. Al fin y al cabo es la misma que Iker Casillas y los suyos pasearon por Madrid días después de proclamarse campeones.


Historias de la mili
El primero en fotografiarse con el trofeo fue Nicolás, un bebé que no tenía ni un año. Aunque sería a media tarde, cuando se verían las colas más largas. «He esperado una media hora, pero ha valido mucho la pena. Tocar esta copa ha sido lo más. Aún me tiemblan las manos de los nervios», explicó ayer visiblemente emocionado Carlos. «No esperaba tenerla tan cerca», añadió, mientras hacía un ovillo con la bandera española que minutos antes había extendido ante el trofeo para hacerse la foto de rigor. «Esta es la bandera que he tenido colgada en el balcón desde que empezó el Mundial», agregó a la vez que le daba un achuchón, a modo de amuleto.

Este vecino de Cornellà repasó en voz alta «las mil y una desilusiones» que ha vivido con La Roja. Como cuando hacía la mili, en el 86. Ese año, España cayó en el Mundial de México ante Bélgica en la ronda de penaltis, como no, en los cuartos de final. Recordó que «vimos el partido de la selección española a hurtadillas, después de que en el cuartel apagaran las luces. Nos jugamos que nos arrestaran, pero no podíamos perdernos el partido, aunque Butragueño y el resto acabaran despidiéndose del Mundial»

Precisamente, fue un compañero de la mili el que le avisó de que, desde ayer y hasta el sábado, la Copa del Mundo de Fútbol se puede ver en Barcelona, en el Museu Olímpic i de l'Esport Joan Antoni Samaranch. Aunque no es fácil llegar y el horario de visita es limitado –de 10.00 a 18.00 horas– la gente se animó a subir a Montjuïc. Inclusive Alberto Fernández, uno de los «culpables» de que el trofeo de La Roja haga escala en Barcelona. El presidente del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, con la satisfacción dibujada en el rostro después de hacerse una foto con la copa, avisó de que «las colas en día laborable para ver el trofeo confirman el interés de los barceloneses en él».

Fernández criticó que el Ayuntamiento de Barcelona no otorgue apenas importancia a la visita de la Copa del Mundo de Fútbol. Lamentó que la exhiba en el Museu Olímpic y no en el Saló de Cent del Consistorio. Cabe decir, que ningún cartel avisaba, a las puertas del museo, de que la Copa del Mundo se exhibía dentro.

El candidato del PP a la alcaldía de Barcelona alegó en defensa de que el trofeo se muestre en la plaza Sant Jaume, que «hace 81 años, el Saló de Cent albergó la aprobación del acta fundacional del Campeonato del Mundo de la Fifa». Explicó que el 18 de mayo de 1929, con la presencia de Jules Rimet, fundador del Mundial de Fútbol, se decidió que Uruguay sería la sede que acogería el primer campeonato de fúbol, en 1930.


Ampliar los horarios
Fernández reclamó al Ayuntamiento que amplíe el horario para ver de la Copa del Mundo. De hecho, ayer tuvieron que alargar más allá de las seis de la tarde la visita para que la gente que estaba haciendo cola tuviera tiempo de tocar, besar y hacerse una foto con el trofeo.

La ampliación del horario, sobre todo, está pensada para los escolares. Como Cristina y Tea, que gracias a que ayer tenían la tarde libre en el colegio, pudieron aventurarse a subir a Montjuïc. Las dos amigas de cuarto de secundaria se hicieron decenas de fotos con la Copa del Mundo. Juntas, por separado, dándole un abrazo, un beso, sonriendo y con los brazos en alto. Las dos recuerdan con detalle qué hacían cuándo Iniesta marcó el gol que daría la victoria a España. «Yo estaba en el pueblo donde paso el verano junto a mi familia, Ricote, en Murcia. Sólo te digo que medio pueblo acabó en la piscina municipal», explica con una media sonrisa. En cambio, a Tea, que aunque es de Georgia va con La Roja, su familia no la dejó salir a la calle esa noche para celebrarlo. «Me dijeron que era peligroso». No en vano, hubo 21 detenidos por desorden público y 74 heridos durante la celebración en Barcelona.
No fue el caso ni de Sergio ni de Ángel. Estos dos amigos de la infancia, que ayer quedaron para ir a ver el trofeo, celebraron la victoria de la selección de Vicente del Bosque en El Prat, su ciudad.

Se enteraron de que la Copa del Mundo hacía escala en Barcelona a través de un amigo que tuvo ocasión de verla en Sant Boi de Llobregat hace unos días. El trofeo inició su periplo en Madrid, dos semanas después de que la selección española, con marcado carácter blaugrana, se proclamara campeona del mundo. Barcelona es la última parada que el trofeo hace en Cataluña después de haber visitado Sant Boi, Martorell, Balaguer, Vic, Mataró, Girona, Sabadell, Sant Carles de la Ràpita, Calafell y Terrassa.

Quien hoy presumirá delante de los compañeros del «cole» será Javi. «Seré el primer niño de mi clase que haya visto la Copa del Mundo», aseguraba ayer. El chiquillo tuvo la suerte de que su padre cumpliera con la promesa de que cuando el trofeo aterrizara en Barcelona irían a verlo sin falta. Javi se puso la camiseta de España para hacerse la foto junto a la copa y su prima, Ania, la del Barça.

Se vieron más camisetas y bufandas del Barça que de La Roja. «El juego del Barça, el tiki-taka, nos dio la victoria», suspiraba Carlos, que se queda con Xavi cuándo se le pregunta por su jugador preferido. Sergio y Ángel cogieron con pinzas la conclusión de Carlos. Ellos prefieren a Casillas y Ramos –no hace falta decir que son del Real Madrid–. Las que no supieron qué jugador elegir cómo el mejor fueron Sarah y Michaela Y no por indecisión, sino porque no conocían ninguno. Las dos cursan un Erasmus en la Universidad de Barcelona y se dejaron contagiar de la emoción de ver y manosear el trofeo de La Roja.