Marbella
Hasta que le llegó su hora por Enrique Miguel RODRÍGUEZ
Este título tan de Sergio Leone le va como anillo al dedo al día y la hora (23 de octubre a las 11:48) en que a Isabel Pantoja le tocaba el turno de declarar ante el juez, el fiscal y distintos abogados personados en la causa. Desde Lola Flores, que pidió una peseta a cada español para pagar su deuda con Hacienda, no se recordaba una expectación mayor en un tribunal. Todo el mundo pendiente de la voz, y esta vez no para oírla cantar coplas. Se le pedían otros cantares. Cuando la jueza le dice que hable ahora o calle para siempre, la Pantoja, serena y segura, dice que no calla, pero que sólo contestará a las preguntas de sus defensores. Se hace un gran silencio y comienzan a oírse en la sala todas las preguntas que el fiscal tenía preparadas. Ella mira al frente como si fuera una esfinge; oye y calla. Ni tan siquiera Lana Turner en «la mujer x» se encontró más ausente en un banquillo. Llegó el turno de las preguntas del defensor, a las que Isabel contestó a veces contenida, otras de forma casi legalista, y otras muy emocionada. Su defensa: que con su dinero, que lleva ganando desde los trece años, se ha comprado todo lo que ha creído oportuno y lo ha pagado en efectivo o con créditos. Mientras esto ocurría, algunos programas de televisión no sólo juzgaban. Los contertulios se convertían en fiscales, tratando de derribar todo lo que declaraba la artista. Mi pregunta es si todo este juicio mediático, al tiempo que se produce el legal, ¿influye o no influye en un juez? Si la respuesta fuese que sí, que influye, ¿tendría Isabel garantizados todos sus derechos? Alguna tertuliana afirmaba que Isabel siempre quiso tener casa en Marbella, yo también y no es delito tener ni una ni cien casas en cualquier lugar, lo que habrá que demostrar, y para eso se le está juzgando, es si sus pagos se producían con dinero legal. Mañana más.
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