Agitación civil
La Junta Militar no asume los fallos en la matanza de los cristianos
Rechaza la dimisión del viceprimer ministro por los altercados
EL CAIRO-El Cairo intentaba recuperar ayer la normalidad después del episodio de violencia más grave desde la revolución, en el que murieron al menos 25 personas, la mayor parte coptos. Pero las heridas permanecen abiertas, sobre todo para esta minoría religiosa (10% de la población), que siempre ha sufrido la discriminación por parte de las autoridades y en este caso ha sido víctima de la represión más brutal en toda la revuelta por parte de las fuerzas de seguridad, que cargaron violentamente contra una manifestación de cristianos. El viceprimer ministro y ministro de Finanzas, Hazem el Beblawi, presentó ayer su dimisión por la gestión de la crisis por parte del Gobierno egipcio. Pero, el Consejo habría rechazado las dimisiones ya que esto implicaría admitir responsabilidades. Un abogado defensor de los coptos, Naguib Gubrail, denunciaba a LA RAZÓN que los autoridades no han tomado medidas para evitar los ataques contra ellos, que no han hecho sino aumentar en los últimos meses. Los cristianos salieron a la calle el domingo en protesta por el ataque contra una iglesia de Asuán (sur de Egipto), que los fieles pretendían ampliar. Los coptos dicen que se les discrimina en cuanto a la construcción y habilitación de sus templos religiosos y piden una ley igualitaria en este sentido, que el Gobierno ha prometido aprobar después de los últimos acontecimientos, aunque Gubrail no confía en sus promesas, tantas veces rotas. Ayer por la noche, menos de 24 horas después de haber enterrado a las víctimas, se celebraba la final de la Copa de Egipto, país que se sobrepone rápidamente al dolor, sobre todo cuando tienen que ver con esa minoría incómoda.
Mina Daniel, el primer mártir
Entre los más de 30 mártires cristianos identificados, ya surge un héroe: es el activista copto Mina Daniel, que participó en la revolución del 25 de enero, en la que se vivió un clima de igualdad entre todos los ciudadanos. El joven habría muerto por herida de bala en el corazón y habría pedido que su despedida fuera en la plaza Tahrir. Daniel ha sido convertido en el símbolo de la lucha por la unidad nacional, por encima de las divisiones sectarias, una de las demandas de los revolucionarios.
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