Málaga
Sin desfile
Dejar sin desfile a los malagueños en el Día de las Fuerzas Armadas y cuando estaba anunciado un homenaje a éstas con la presencia del Rey no fue una brillante idea. En un momento de crisis económica en que se exigen sacrificios a los ciudadanos, el patriotismo es un asidero para muchos de ellos que buscan un referente en quienes han hecho el máximo sacrificio por su patria, el de jugarse la vida y a veces el de perderla. De este modo, argumentar razones de ahorro para semejante «chocolate del loro» es una ofensa en un país en el que ningún político está dispuesto a volar en clase turista aunque lo que te ofrezcan en primera sea un whisky ridículo y un objeto incomestible no identificado como son los bocadillitos envueltos en plástico que te dan en los aviones. Está claro que este Gobierno carece de receptividad para las sentimentalidades patrióticas y para las sensibilidades que se salen de su izquierdismo antediluviano, su pacifismo inconsecuente, su buenismo retórico o su teleserie rosa de unas primarias que no son tales. Sí. Lo que también demuestran los abucheos que se llevó Chacón ayer en Málaga es que los españoles no estamos muy conmovidos ni motivados ni identificados con las lágrimas reprimidas de la gran heroína del culebrón de la sucesión. Quizá esperaba aplausos pero ha tenido silbidos. «No se puede querer ser un líder de masas cuando no te sigue nadie». La cita pertenece a Margaret Atwood y es menos obvia de lo que parece. No, los españoles no estamos para elegir entre Chacón y Rubalcaba. Si ese dilema no tiene garra en su partido, fuera de él ustedes me dirán.
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