Andalucía

Acaso Chacón le iba a salvar la campaña a Griñán

El presidente andaluz sale malherido del congreso, pero sus problemas reales son el agotamiento y la corrupción

Acaso Chacón le iba a salvar la campaña a Griñán
Acaso Chacón le iba a salvar la campaña a Griñánlarazon

SEVILLA- Griñán ha perdido el congreso de Rubalcaba. Una derrota que hace triple con el resultado de las elecciones municipales y generales. No tiene el presidente andaluz ojo de apostador de carreras de caballos, por muy aficionado que sea y por muchas carreras que haya visto en el Hipódromo de Pineda. En un nuevo error, ha apostado a caballo perdedor. Se equivocó con la martingala de la neutralidad activa, primero, y luego al decantarse por Chacón. Y llega a las elecciones del 25 de marzo como un cristo en transparente expiración. La Presidencia del PSOE que se ha echado al zurrón es una embajada en Cuenca, el punto después de la firma: un adorno. Los que han recargado munición son los críticos, que la administrarán entre el mes y medio que queda para el 25-M y el día después de las elecciones. Todo dependerá de lo que ocurra ese 25 de marzo, la fecha clave para que el Partido Socialista empiece o no la reconquista –dicen– entre Tarifa y Covadonga.

Griñán se ha equivocado en la apuesta, pero reconozcamos que Chacón tampoco iba a ser el brebaje salutífero que librara a la Junta de todos los males que le rodean. Incluso aunque algunos vendan ahora a Chacón como un activo de incalculables proporciones. Casi la nueva Merkel de la izquierda, una gran estadista. No es Chacón ningún revulsivo, ningún exotismo ideológico. Ni es mirlo blanco ni papa negro. ¿O es que a Griñán, haciendo campaña con el mirlo Chacón en los hombros, le iban a acudir los votantes perdidos como los pájaros a los hombros de San Francisco de Asís? Pues no. Que sí, que Griñán ha perdido el Congreso –los catalanes han recuperado a Carme sin «n»–, pero tampoco esto va a marcar esencialmente lo que pueda pasar dentro de mes y medio. Sí puede marcar el 26-M. Pero si Griñán pierde la Junta, las pústulas de la derrota serán tan supurantes, tan graves, que ni siquiera existirá políticamente para él el 26-M. Sólo su faceta de abuelo.

El verdadero problema de Griñán como candidato a la Junta es el del PSOE andaluz. El de un partido que anda a rastras, agonizante. Cercado por la trama de los ERE fraudulentos, que acumula casi medio centenar de imputados y capítulos que han empapado más de lo esperado en la barra de bar, que es donde duele que empapen los titulares a cinco columnas de los periódicos. Al asunto de la cocaína, a los improvisados expedientes con gin-tonic en la mano en horario «late-night» y a las farras que se corrieron el ex director general de Trabajo y su chófer es a lo que me refiero. Ese sí es el verdadero ambiente viciado que ahoga el proyecto de Griñán y que no iba a oxigenar ni en parte ni en todo la general secretaria Chacón. Andalucía roza el 32 por ciento de paro, colecciona fraudes: a la trama de los ERE se suma el fraude de las ayudas europeas, el de la contratación de discapacitados, Bahía Competitiva, el de las ayudas a la formación, el «segundo fondo de reptiles» de los fondos de capital riesgo. Y, sobre todo, el agotamiento esclerótico que deja la resaca de treinta años de gobierno. Siete de cada diez andaluces, apunta la última encuesta oficial del IESA-CSIC, desean un cambio en Andalucía.

Las guerra interna que comiencen a librar los críticos en esta cuaresma electoral no hay que minimizarla, pero es una chicana en mitad de la gran guerra en la que está inmerso Griñán. Las navajas críticas volverán a relampaguear en el proceso para la confección de las listas al Parlamento que comienza hoy. Pero los críticos, igual que el secretario general Rubalcaba, saben que rige el principio de la guerra fría. Si alguien aprieta el botón de la ofensiva nuclear –que hay quien tiene ganas de apretarlo– , la «máquina del juicio final», entonces Arenas sí que entra en San Telmo a los sones de marcha militar en día de exhibición. Tan, tararán. Ahora al PSOE todavía le queda la esperanza y la posibilidad de seguir gobernando Andalucía cogido del brazo de Izquierda Unida. Aunque está difícil. Negro como el nubarrón asfixiante que a Griñán le orla la cabeza. En éstas, tanto da subirse al escenario con Rubalcaba o con Chacón. Ninguno levanta fans dispuestos a hacerse el pipí encima para no perderse el espectáculo.