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Perros locos

La Razón
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El que posee un perro adquiere una responsabilidad ante todos los que le rodean. Falta a la verdad el portavoz de ANDA, Asociación Nacional de Defensa de los Animales, don Alberto Díez, cuando establece las condiciones en las que deben desenvolverse los «perros mal llamados peligrosos». Peligrosísimos, don Alberto. Como sus amos. En pocos días, dos niños han muerto asesinados por sendos Pitbull, perros potentísimos con una gran capacidad para enloquecer inesperadamente. Y ahí están los rotweiller, los dóberman, los staffordshire bull terrier, los dogos argentinos, los fila brasileños, los mastines napolitanos … Y algunos más, cuya peligrosidad se reduce por el tamaño, que no por su carácter. Pero a un niño de dos años, que se asusta, que corre, que llora y que huye, puede mutilarlo y matarlo cualquier perro. Hay unos perros muy apreciados en la actualidad, los «jack russell» (yo sufro un macho invasor y antipático en mi casa norteña), a los que la patada de un adulto puede calmar su agresividad, pero no el miedo de un niño. Y los responsables de lo que hacen los perros, son sus dueños, muchos de los cuales no saben tenerlos, ni educarlos, ni conservarlos fuera del alcance de sus nubes y locuras. No es cierto que los perros adquieren el carácter de sus dueños. Elijo la posibilidad contraria. Muchos dueños terminan siendo como sus perros porque no saben dominarlos, y porque el hecho de tener un perro de «los mal llamados peligrosos», como dice don Alberto, les produce una satisfacción que no se mueve lejana al esnobismo.Las agresiones caninas más numerosas provienen de los rotweiller –no te preocupes, no hace nada, es buenísimo, y quiere mucho a los niños–, hasta que ataca al niño. Se ven muchos por las ciudades paseando sin bozal, y en las urbanizaciones no es extraño que aumenten su sentido de la territorialidad a los jardines colindantes. El ataque de un rotweiller, como el de un dóberman, como el de un pitbull terrier, puede ser tan mortal como inesperado. Su comportamiento cambia en una décima de segundo. Y hay horteras que los tienen en pisos, lo cual aumenta su agresividad. Me sumo a los horteras.Tuve un perro maravilloso, un labrador negro, al que llamé «Sem», y que tenía un carácter, como casi todos los labradores, apacible y cariñoso. También un defecto. No soportaba a los demás perros. Vivía conmigo en Madrid, en un piso, y nadie de mi familia quería pasar el trago amargo de sacarlo a la calle. Amaba a los hombres y odiaba a los perros. No volveré a caer en el error de meter entre cuatro paredes a un perro que necesita la libertad y el campo abierto para ser feliz. Pero nada que ver tienen los labradores con sus parientes «mal llamados peligrosos», según don Alberto. Una mañana, no se sabe porqué motivo, el perro mal llamado peligroso se convierte en un loco asesino. Ignoro la normativa vigente. Pero la posesión de un ejemplar de las razas «mal llamadas peligrosas» tienen que estar estrictamente vigilada por las autoridades. Y la responsabilidad de los hechos que protagonicen, caer directamente sobre sus dueños. Un perro que ataca a un niño es un perro mal vigilado. Así de sencillo. Y el que quiera ser dueño de un perro, que elija entre los centenares de razas en las que encontrar al verdadero amigo del hombre es tan corriente como posible. Y punto.