Baloncesto
El «Rey» ya tiene su anillo
Tras nueve años y dos finales perdidas, LeBron James se libera de la pesada carga de no haber sido campeón
LeBron James ha pasado nueve temporadas en la NBA conviviendo con las dudas sobre su capacidad para ganar, soportando la pesada carga de ser una estrella mucho antes de llegar a la élite y aguantando el odio de una gran mayoría que lo ve más fanfarrón y ególatra que buen jugador. Por eso, cuando sus Miami Heat ganaron el quinto partido de la final ante los Thunder y se convirtieron en los nuevos campeones, «King» James no pudo reprimirse: «¿Qué le vais a decir ahora al rey?». «Que todo el maldito mundo se entere: soy campeón de la NBA», decía a C+ el jugador más valioso de la liga regular y de la serie final (28,6 pts,. 10,2 rebotes y 7,4 asistencias).
Había conseguido lo que más deseaba y que este año ha merecido absolutamente. Ha sabido mejorar los puntos débiles de su juego y, por fin, se ha dejado ayudar por el resto. Le ha costado aprender que él es básico, pero que sin un equipo alrededor iba a ser imposible conseguir ni siquiera uno de esos 8 anillos que prometió cuando decidió «llevar su talento a South Beach».
Miami se ha apoyado en sus tres máximas figuras, los ya famosos «Beach Boys» (James, Wade y Bosh), y en unos secundarios inspirados (Chalmers, Miller o Battier) para alcanzar su segundo título de Liga. Ahora, tanto James como la franquicia se han quitado un peso de encima y el mítico Pat Riley, ideólogo de los Lakers de los 80 y de estos Heat, amenaza con dominar la NBA en los próximos años. «Este título nos permite comprar la libertad. Los temores se han evaporado y el crecimiento será completo», decía Riley.
Estos planes de futuro se harán realidad siempre con permiso de los Thunder, derrotados contundentemente por el hambre del rival y su propia inexperiencia, que les ha pesado en la recta final. Durant, Westbrook, Harden e Ibaka lloraron su derrota, como lo hizo LeBron en su primera final con los Cavaliers o el curso pasado, conscientes también de haber aprendido una lección que les servirá para conseguir el trofeo más adelante. Éste no era su momento, ahora le toca al «Rey» James, que se llevó su alegría a una selecta discoteca de Miami Beach, donde descorchó 185.000 euros en botellas de champán. En el mismo sitio, un año antes, Nowitzki y sus Mavericks disfrutaron justo después de frenar en seco las intenciones de título de LeBron. Ayer, todo fue distinto, la fiesta finalmente era sólo suya. De ese chico al que Nike regaló un Hummer en secreto para que se uniera a ellos y que ha aprendido a ganar y a disfrutar jugando.
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