Europa

Galicia

Un lugar especial

La Razón
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Siempre que viajo al País Vasco vuelvo con la sensación de que he estado en un lugar especial, donde la gente es cariñosa y hospitalaria, espléndida, agasajadora; donde el paisaje encierra todo el derroche que la naturaleza ha querido dejar plasmado; donde el sabio manejo de los alimentos proporciona placeres insospechados; donde las ciudades han evolucionado, convirtiéndose en modernas y hasta sofisticadas urbes, con espacios dedicados al arte, a la cultura o al deporte que nada tienen que envidiar a las metrópolis más avanzadas de Europa; donde el cielo, cuando decide abrirse, ilumina el colorido con una luz insospechada, luego de una galerna que se lleva por delante casi media ciudad, como ocurre también en Galicia. Todavía recuerdo cómo una ráfaga de viento casi me lleva volando en San Sebastián, por la Concha, si no fuera porque alguien me agarró de un brazo. Dicho lo dicho y dejándome ya de relamidos halagos me pregunto ¿qué relación hay entre lo que vemos en aquellas ciudades, en aquellos pueblos, y, sobre todo, en aquellos amigos y los titulares de los periódicos que hablan de gentes asesinas, de gentes carcelarias, de políticos que sustentan las actitudes terroristas de una minoría que hace tanto daño a aquel bendito trozo de España? Creo que esta sensación es compartida por quienes disfrutamos y sentimos la querencia por esa tierra. Las comparaciones son odiosas y no debemos ahora decir ni expresar nuestros sentimientos hacia otras zonas del país que, por el comportamiento de sus paisanos, nos resultan antipáticas. Hagamos votos por alcanzar la deseada paz y el equilibrio en las Provincias Vascongadas.