Jubilación
El modelo austriaco por Ángela Vallvey
Cualquier reforma laboral debería incluir entre sus requerimientos legales el llamado «modelo austriaco», un acuerdo que se firmó en Austria entre sindicatos y empresarios, en 2002, que pretende –e incluso consigue– aumentar la protección de los trabajadores reduciendo a la vez el coste del despido. Se trata de que los empresarios contribuyan con un 1,32% del salario libre de impuestos a la creación y el mantenimiento de unas «cuentas de salario» para cada trabajador, cuentas nominativas en las que el trabajador va acumulando un capital que crece con los recursos anuales que se depositan en ellas y de las que puede disponer en caso de desempleo o, si tiene la fortuna de no quedarse nunca en paro durante su vida laboral, le sirven como compensación «extra» llegada la edad de jubilación. La cuenta de salario es un seguro individual que el trabajador mantiene a su nombre, aunque cambie de empleo y de patrón, de manera que la indemnización por despido no parte «de cero» cada vez que el trabajador pasa de una empresa a otra. De ese modo, la movilidad del trabajador está asegurada, a la vez que sus intereses pecuniarios. Empresario y trabajador ganan con este sistema, y la carga del Estado –que suele ser quien paga a través del FOGASA cuando la empresa se declara insolvente– también se alivia. El modelo austriaco, al aplicarse a todos los trabajadores, favorece también a aquellos que nunca son despedidos, o no varían de empleador, porque al jubilarse se encuentran con una bolsa de recursos añadidos que equilibraría su, casi siempre, magra pensión, y además ayuda a los trabajadores en situación más precaria.
(El sentido común quiera que, uno de estos lustros, se aplique aquí este modelo).
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