Copa Confederaciones

10 valores para hacer historia por Alfonso Merlos

La Selección, con la mezcla perfecta de esfuerzo, excelencia y espíritu de equipo se convierte en el primer equipo en lograr Eurocopa, Mundial y Eurocopa 

10 valores para hacer historia por Alfonso Merlos
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El legendario Bill Shankly solía decir a los hooligans del Liverpool que si no podían animar al equipo cuando perdía o empataba, por favor, que no lo apoyasen cuando ganaba. Es en los momentos de crisis, en efecto, cuando se pone a prueba el verdadero compromiso de las personas con los proyectos a los que sirven. Y en una España que está pasando las de Caín, el catálogo de valores que ha exhibido durante varias semanas de competición nuestros campeones es de imprescindible aplicación no sólo para ganar en el campo sino para encarar los formidables desafíos sociales y económicos que este país tiene por delante.

1 Confianza: desde el minuto 0 no sólo han demostrado una esperanza firme en que las cosas iban a funcionar tal y como la afición esperaba sino que han obrado con extraordinaria decisión y valor para que así fuera; sin prisa pero sin pausa, hasta la final.

2 Coraje: durante todo el campeonato han probado tener una fuerza de voluntad para alcanzar el objetivo último, fuesen cuales fuesen los impedimentos y los momentos de grave dificultad que han ido apareciendo en el camino, que no han sido pocos porque el contrario también juega y sueña con levantar el mismo trofeo.

3 Sacrificio: el esfuerzo físico y psíquico para revalidar el título cuatro años después ha sido gigantesco, en una competición que ha llegado al término de una larguísima y durísima temporada, y que ha exigido dosis suplementarias de entrega y verdaderos actos de abnegación que no siempre abundan entre profesionales que ven colmadas sus aspiraciones en sus clubes.

4 Seguridad: la presión sobre quienes se veían obligados a defender el título ha sido canalizada por el conjunto de la expedición, futbolistas y equipo técnico, a través de vibraciones positivas; el grupo no ha podido ser más sólido ni estar más compacto, prácticamente sin tregua y sin reservas.

5 Solidaridad: por encima de las rencillas latentes entre quienes pertenecen a equipos rivales y hasta enemigos, en el césped y en el vestuario ha dominado un sentimiento patriótico; ese impulso de unidad detrás de una bandera no siempre aflora cuando hay metas e intereses comunes, aun siendo grandes y nobles.

6 Humildad: en el ADN de esta joven selección parece estar inscrita esa actitud admirable de quien no se pavonea por sus logros, de quien admite incluso públicamente sus debilidades y sus defectos (por escasos que sean), y de quien, en última instancia, se mueve sin un fanfarrón orgullo que antes o después golpea como un boomerang.

7 Equilibrio: es probablemente, junto con el sentido común, la mejor receta de un Vicente Del Bosque sabedor de que es compatible ser una estrella global del deporte con mantener la proporción y la mesura cuando toca hacerlo; y se ha hecho.

8 Excelencia: cada uno de los internacionales ha cultivado hasta el extremo una verdadera obsesión por desarrollar aptitudes y competencias inigualables; y cada uno de ellos ha sido enteramente consciente de que no había mayor obligación que la de perfeccionarse y liderar desde su posición y de acuerdo a sus funciones.

9 Solvencia: actuando como una orquesta bien afinada, han probado una inusual capacidad para gestionar y resolver problemas sobrevenidos, independientemente de su índole; para cada contratiempo se ha perseguido y hallado una buena salida.

10 Ambición: es la piedra angular sin la que no se entiende el resto de valores. Y ha sido concebida y desplegada por una escuadra que no ha entendido de individualidades, que no ha volcado su trabajo alrededor de una figura sino que, como colectivo, ha deslumbrado con su irrefrenable deseo de ganar, ganar y ganar.
Volviendo a Shankly, aquel provocador y mítico entrenador lamentaba que algunos creyesen que el fútbol era sólo una cuestión de vida o muerte, cuando era algo mucho más importante que eso. Hipérboles balompédicas o ironías históricas al margen, nuestros campeones le han señalado a España, en este trance crítico que atraviesa, que no hay mayor fortaleza que la de los valores para asentar los cimientos sobre los que levantar cualquier proyecto de éxito. También cuando el éxito que se anhela es el económico, o el social, o el político.