Crisis del PSOE

Rubalcaba manda todo

La Razón
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Con dedazo incluido, Rubalcaba no va a ser un adversario cómodo para el Partido Popular. Centrar ahora todo el debate nacional sobre la designación de Pérez Rubalcaba como candidato a la presidencia del Gobierno es políticamente estéril. Esto es lo que hay, y hay poco margen para la interpretación. Los socialistas se han agarrado a no se sabe que teoría que dice que ha sido designado por un clamor popular que nadie ha escuchado para negar un indiscutible dedazo y además han intentando ocultar la realidad de la decisión final: una guerra interna atroz que ha dejado a Zapatero al borde del precipicio y que el presidente ha salvado evitando en el último minuto que Rubalcaba le robara también la secretaría general del PSOE. Lo curioso de todo esto es que el Partido Socialista es dueño de escoger a sus candidatos de la forma que considere más conveniente. Y punto. Lo que no puede hacer es tomar por tontos a los ciudadanos. La elección de Rubalcaba ha sido una designación directa del aparato, lo conocido coloquialmente como «dedazo»; intentar ocultar ese proceso es un engaño zafio que no se cree nadie. Como durante años fueron tan críticos con la designación de Mariano Rajoy por parte de José María Aznar y alardeaban de primarias como la joya de la corona, ahora tienen que comerse todas y cada una de sus palabras, certificando que por la boca muere el pez.

Con todo, y visto y escuchado ayer Pérez Rubalcaba en Ferraz ante la prensa hay que decir, con absoluta rotundidad, que llega con hambre de balón e investido con todos los poderes. Los que le han dado sus compañeros socialistas y también los que no ha recibido. Rubalcaba manda y manda todo. Y aunque Zapatero a última hora consiguiera retener la secretaría general, da la impresión de que estamos ante algo más simbólico que real. Rubalcaba llega para mandar y para ser candidato pleno, dispuesto a ganar. Otra cosa es lo que voten los ciudadanos. Pero desde luego, analizando su actitud sería una ingenuidad pensar que es un candidato de transición y que han tirado de él por no encontrar a otro mejor. Esto último puede ser verdad, pero aún así no parece que vaya a quedarse quieto. Va a jugar todas las cartas de la baraja y las va a jugar plenamente. Desde ahora el PSOE se llama Alfredo Pérez Rubalcaba. No va a estar quieto. Va a mandar en Moncloa y va a mandar en Ferraz. Va a mandar en el Congreso y lo va a hacer con los barones. Con la excusa de que tienen que retener como sea el poder en las generales, Rubalcaba se ha puesto en marcha con toda la maquinaria y con todo el poderío. Y con dedazo incluido, Rubalcaba no va a ser un adversario cómodo para el Partido Popular. Es muy conocido, desde luego, pero por eso mismo harían mal los populares confiando en que tiene mucho pasado. Rubalcaba tiene mucho pasado; pero ahora es el que manda y eso marca diferencias.