Artistas
Mártires de hoy
P ara muchos, el «yo creo» es una sentencia de muerte. «La fe es hoy día, en la situación concreta que nos impone nuestro mundo moderno, problemática y, a veces, casi imposible».Así escribió hace treinta años Joseph Ratzinger. Y añadía: «Pero no sólo hoy, la fe ha sido siempre, más o menos veladamente, un salto sobre el abismo infinito desde el mundo visible que tanto agobia al hombre. La fe tiene siempre algo de ruptura arriesgada y de salto, porque en todo tiempo implica la osadía de ver en lo que no se ve lo auténticamente real, lo auténticamente básico».
Esa ruptura tiene, en muchas naciones de nuestro tiempo, el talante que ha tenido muchos siglos –también el veinte– de enfrentarse a regímenes políticos que persiguen a los creyentes, amenazándoles con el martirio si no renuncian a su fe. No podemos consentir que crean esos hermanos nuestros que la Iglesia les olvida. Hemos de darles el apoyo de nuestro recuerdo y nuestra oración.
Y es importante que los responsables de ciertas naciones tengan conciencia de que su actuación duele a millones de creyentes que están con los perseguidos. Y lo hemos de hacer por amor a Cristo. Porque el enunciado de nuestra fe no dice «creo en algo» sino «creo en Ti».
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