Grupos
Boicot al católico
Contrapoder intenta arrinconar a los creyentes dentro de la Universidad
MADRID- Los nombres de los alumnos que han participado en este reportaje no aparecen en el mismo. Y no por miedo a las represalias de sus compañeros. Más bien a algunos profesores. Temen que los «enfilen». «Miedo, no. Es más vergüenza. Hay un régimen de connivencia con algunos docentes», apunta un joven que creó una plataforma de nombre significativo: Tolerancia para Somosaguas. ¿Su fin? Denunciar, de forma anónima, la politización de la universidad. El ambiente en la facultad es muy tenso. En la cafetería, los pasillos, el hall y la puerta de entrada se escuchan aún los rescoldos de lo ocurrido estos días. El viernes, en la Facultad de Geografía se propinaron empujones y arañazos. «Se respira un ambiente antidemocrático», dicen desde una asociación «neutral».
«No habían llegado a tanto»
«Saben dónde está el límite, pero se les va la pinza. Nunca habían llegado a estos extremos. Ha sido un atentado contra lo que ellos defienden», comenta otro alumno de Somosaguas. Y es que el asalto a la capilla de la Facultad de Psicología el pasado día 10, con decenas de chicas irrumpiendo con cánticos contra la Iglesia y desnudas de cintura para arriba, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Las detenciones policiales, el pasado viernes, de cuatro alumnos pertenecientes a Contrapoder y RQTR, confirmó la vinculación de estas asociaciones de alumnos a los hechos, algo que reconocieron en un principio y poco después negaron. Con todo, durante las elecciones a la Junta de la Universidad, ya presentaban en su programa un proyecto para pedir el cierre de la capilla.
Lo cierto es que Contrapoder y RQTR han boicoteado en el último mes actividades de grupos universitarios católicos como Atlántida. De hecho, el origen de la profanación de la capilla se remonta al viernes 4 y el lunes 7 de marzo. Miembros de Atlántida acudieron a Políticas para repartir su periódico mensual y estos grupos se presentaron para impedirlo. «El primer día se juntaron cincuenta; el segundo había más de cien y el hall principal estaba lleno», relata un estudiante del grupo católico. «Hemos decidido por consenso que no podéis estar aquí», les dijeron a los miembros de Atlántida. Sin embargo, no se marcharon «a pesar de las amenazas» porque, «al igual que los de Contrapoder o RQTR reparten panfletos, nosotros repartimos el periódico sin meternos con nadie». Las consecuencias fueron las ya conocidas.
El sentir de estos alumnos es evidente. «Intentan eliminar cualquier rastro de cristianismo de la Universidad». Sus vidas, aseguran en Atlántida, se ven amenazadas por los actos de estas asociaciones radicales. «En su blog afirman que ‘‘sería antiético renunciar a la violencia'', apuntan en Tolerancia para Somosaguas. «Dicen que son la mayoría de la facultad... cuando en las elecciones la participación ha sido del 20-30 por ciento».
¿Quién está detrás de estos grupos? Su arraigo en la universidad goza de solera. En teoría, no son formaciones tan numerosas. «Quizá representan un 30 por ciento del alumnado», dice otro estudiante. En la práctica, son más. En sus actos de protesta, como el de la capilla, se suman amigos y logran reunir a unas 70 personas. Lo más grave es que en Tolerancia para Somosaguas denuncian que gozan de «prevendas» por parte del rectorado. Como otros grupos, cuentan con una cuota de 150 euros anuales por parte de la universidad. Sin embargo, «es la única asociación que, aparte de un despacho, tiene un aula autogestionada. Hasta septiembre la tenían cerrada bajo llave. Protestamos y ya no es así. Te dirán que está abierta a todos, pero no es real», afirman. ¿Su día a día? A clase van poco y pocos. «Llegan a las 8:00 con el ron y el hachís y se van a las 20:00», afirma otro chico. «Me parece muy apropiada la pintada que tienen: ‘‘Doctorado en pasillología''», añade. Creen también que parte de la financiación de Contrapoder procede del puesto de venta situado en frente de la cafetería. «Son anticapitalistas, pero llevan un libro de cuentas. Llegué a ver cifras de 1.500 euros», añaden.
«Guerra» en la izquierda
Dicen que otros grupos de izquierdas protestaron por ello. De hecho, no todas las asociaciones que podrían ser afines a Contrapoder aprueban el acto de la capilla. «A nivel individual, algunos tenemos un dilema interior. Estoy de acuerdo con el mensaje, pero no con la forma», dice uno de estos jóvenes. «Contrapoder se lleva a matar con otras asociaciones de izquierda. Boicotean sus actos, les hacen pintadas diciendo que son del GAL...», apunta otro. Además, «otros grupos que defendían lo mismo que ellos, que era quitar la capilla, han visto que su objetivo se ha ido al garete». Asociaciones consultadas por este diario, incluida Contrapoder, no quisieron pronunciarse sobre el tema.
Los estudiantes han acudido al Decanato a quejarse. Sobre todo por las pintadas y pancartas «que piden amnistía para los presos de ETA o la legalización de Sortu». ¿La respuesta? «Nos dijeron que podrían hacer una campaña policial y abrir un expediente, pero muchos no son de la universidad. También que no podían poner más vigilancia porque no hay presupuesto». Así, recuerdan que hay un guardia para todo el campus. Pero al Decanato «no le sientan bien estas cosas. Manchan su reputación».
Existe división también en el profesorado. «Hay bastantes del PSOE moderados», comentan. Pero también están los docentes de La Promotora, asociación que organiza actos conjuntos con Contrapoder. Entre éstos se encuentran Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. Este último publicó en un diario de tirada nacional un artículo en el que defendía el acto de la capilla. «Tenían más razón que un santo», escribió. Se trata de los profesores más jóvenes. «A los catedráticos de más edad, como Paloma Román, les parece una barbaridad», añaden. A su favor están unos 1.200 profesores que han suscrito ya la «Declaración de Somosaguas».
Un líder «de matrícula»
No es fácil identificar a un líder en Contrapoder. «Una decisión no la toma uno solo en estos grupos», comenta un estudiante. Sin embargo, algunos alumnos señalan a Héctor Meleiro, detenido el pasado viernes, como uno de los miembros más destacados de la asociación. Un ex compañero de clase recuerda que obtuvo matrícula de honor en Ciencia Política. «Ya que quiere defender sus ideales, al menos tiene la decencia de saberse las cosas», añade. «Es un máquina, un tío muy listo», afirma otro chico. Los debates sobre ETA han sido especialmente intensos. «En clase es sano y responde a los debates», dicen. Eso sí, si no apoyas sus tesis, «te acusa de defender a los GAL». Al final, «aunque tu ponencia tiene que durar 15 minutos, se queda en cinco. La libertad de expresión es sólo para ellos», asegura este joven. Hay que recordar que el nacimiento de Plataforma para Somosaguas –su blog es libertadparasomosaguas.blogspot. es– fue una respuesta a la protesta que Contrapoder protagonizó contra Rosa Díez, según ellos, con la complicidad del Decanato. A aquella protesta acudieron decenas de personas, Héctor entre ellos, que enseñaron tarjetas rojas a la presidenta de UPyD. «Antes de que Díez pudiera hablar, el Decanato les cedió el micrófono a los de Contrapoder. Tuvo que escuchar continuamente un montón de improperios», relata un alumno. «Su base de operaciones es muy buena», añaden. «Tienen un gran caldo de cultivo. Entra gente de fuera gracias a que cuelgan anuncios en su web», aseguran. Así, en el acto contra la candidata de UPyD, «se encontraban al menos diez personas de más de 40 años». A muchos les da la impresión «de que se cogen sólo unas pocas asignaturas, poco a poco», para alargar su estancia en el centro. Lo que nadie niega es su «tirón» entre el electorado estudiantil, pese a que la participación en las elecciones de Junta es casi irrisoria. «Obtienen muchos votos porque saben movilizarse», concluyen.
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