Debate Estado Nación

El heredero

La Razón
La RazónLa Razón

No tengo claro si quienes aseguran que Rubalca-ba será el remplazo de Zapatero, le están haciendo un favor o la cusqui. Al fin y al cabo es como si al capitán del Titanic le hubieran llegado rumores de que le iban a ofrecer el cargo sabiendo de antemano lo del iceberg. La ventaja del vicepresidente primero frente al bueno del capitán Smith es que don Alfredo ha demostrado ser a la política lo que la navaja multiusos al boy scout: cuando todo parece perdido, se saca de la manga la célebre hoja serrada de la que nadie sospecha la existencia y sale impoluto del atolladero sin más daños colaterales que una úlcera de estómago en quienes le creían camino del crematorio. De Rubalcaba lo único que sabemos todos, Psoe incluido, es que su leyenda está salpicada de certezas intuidas que no le pasan factura. Es un escándalo que aún no le hayan dado una estrella michelín por su asombrosa destreza para dar la vuelta a la tortilla. Dicen quienes le tratan que apenas duerme cuatro horas al día, igual que Calícula y Genghis Khan, dos ejemplos de que tanta vigilia da mucho de sí aunque no sea precisamente para hacer obras de caridad.

En este momento en el Psoe hay dos consignas: mantener en público que Zapatero sigue estando vivo a pesar de que últimamente se le haya acentuado el parecido con la momia de Lenin, y alimentar en privado los rumores sobre Rubalcaba dándolo prácticamente por hecho. No es mala táctica, si lo que se pretende es provocar una tortícolis masiva entre la oposición que, a falta de retrovisor, no tendría más remedio que hacer campaña retorciéndose el cuello para vigilarse las espaldas. Ahora, si lo que se pretende es vender de nuevo talante, mejor apaga y vámonos.