Aborto

ANÁLISIS: Y el aborto terapeútico por José Luis Requero

La Razón
La RazónLa Razón

Debe aplaudirse el propósito de prohibir el aborto eugenésico, es decir, cuando hay riesgo de malformaciones del feto. Dentro de la sordidez del aborto, esa indicación quizás sea la más odiosa: la eugenesia ha sido algo propio de los regímenes totalitarios y, ahora, muestra el nivel ético de una sociedad ante la sospecha de un hijo deficiente. Ha sido cuestión de tiempo que sea ya un derecho acabar con su vida.

La experiencia de centenares de niños sanos, salvados por la valentía de los padres frente a las sugerencias médicas, ante la mera sospecha de lesiones la feto, da fe de las tropelías cometidas.

Es fundamental mantenerse firme en ese propósito de reforma. Si los deficientes sobran ese planteamiento se llevará a los adultos o a los ancianos. O a los niños: la apología del infanticidio no es ciencia ficción y ya está planteada por los «filósofos» Alberto Giubilini y Francesca Minerva en su trabajo publicado en Journal of Medical Ethics o en los Países Bajos, donde se permite la eutanasia infantil.

Eliminar el aborto eugenésico es un gran paso, pero el problema es el terapéutico por grave riesgo para la salud psíquica de la madre.

Las indicación eugenésica supone el 3% de los abortos desde 1985, y la terapéutica entre el 96 y el 97%; es más, la ley de plazos vigente se dictó para legalizar las prácticas fraudulentas mediante certificados falsos o basados, sin más, en una afección psicológica, que daba cabida a la indicación económica o a motivos espurios tenidos como angustiantes.

Esto es lo que ha hecho de España el paraíso del turismo abortivo, en palabras del Consejo de Estado.

En la reforma debe eliminarse esa indicación terapéutica para no volver al mundo de la trampa o, en todo caso, establecer unas garantías estrictas de que se va a acabar con ese fraude, entre otras cosas porque el eugenésico siempre podría reconvertirse en terapéutico: no se puede abortar ante el riesgo de una posible malformación, pero la mera noticia de ese riesgo y la angustia que supone serviría de cobertura para la indicación terapéutica.