Juegos Olímpicos

Londres

Adiós al té hola a la caipirinha

«Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida».

El cantante británico Ray Davis
El cantante británico Ray Davislarazon

LONDRES- Cuánta razón tenía Samuel Johnson. La cita, junto con los extractos del soneto 130 de Shakespeare («Los ojos de mi señora»), algún que otro párrafo de «Los viajes de Gulliver», de Swift y de «Grandes esperanzas», de Dickens, empapelaban ayer el gran escenario del Estadio Olímpico en el que se abrió un libro gigante con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De las páginas también salían réplicas de papel de los monumentos más significativos de la capital británica, que incluían, cómo no, el Big Ben del que salió Winston Churchill con su gesto de victoria. Está bien. Esta vez la reina Isabel II no se tiró en paracaídas con James Bond. Pero el «pequeño detalle» no hizo que la ceremonia de clausura de Londres 2012 fuera menos espectacular.
La «extravaganza», que costó 20 millones de libras, sólo tres menos que la inaugural, contó con las actuaciones –tanto en directo como a través de pantalla– de artistas como Adele, The Beatles, Pet Shop Boys, Brian May, Elton John, Queen, Rolling Stones y The Clash. Entre los éxitos de la música británica de los últimos 50 años –donde tuvieron también su minuto de gloria las Spice Girls, que, como el té de las cinco, se han convertido en uno de los símbolos de los «british»–, no pudo faltar el clásico de los Monty Python «Mira siempre el lado brillante de la vida». Fue interpretado en uno de los momentos más surrealistas de la noche, cuando un hombre bala salió disparado por un cañón mientras unas monjas montadas sobre patines hacían carreras por la pista. El punto emotivo lo puso George Michael, que subió al escenario después de que una neumonía estuviera a punto de costarle la vida el año pasado. Aunque cuando las 80.000 personas en el estadio se pusieron de pie fue cuando aparecieron ellos, los atletas, los protagonistas. Los abanderados de cada país –ahí estaba Craviotto– entraron en fila, seguidos por su compañeros, que marcharon mezclados siguiendo la tradición que comenzó en los Juegos de Melbourne de 1956, como una forma de representar a los deportistas como «una nación». Mientras, sonaba el himno olímpico del grupo Muse.
Todo había acabado. Un barrendero – el héroe brasileño Renato Sorriso– comenzó a recoger el escenario. Y fue entonces cuando sonó la samba. Era la señal. Terminaba Londres 2012. Empezaba el camino a Río. La llama olímpica sigue su curso.