La ONU decreta la emergencia por hambruna en el sur de Somalia

 Han sido necesarias varias semanas de desesperación y el agravamiento de la sequía en el cuerno de África para que la ecuación se cumpla. Hasta que el índice de malnutrición aguda entre los niños no supera el 30%, y más de dos personas –por cada 10.000 habitantes– mueren al día, la ONU no decreta técnicamente una hambruna.

La fría fórmula no suele aplicarse por el simple hecho de que no es habitual que estos factores lleguen a coexistir, pero la crisis económica mundial y la falta de respuesta internacional ante la sequía, que ha arruinado las cosechas de una región muy castigada por la guerra, han agravado la situación de 11 millones de personas en toda la región hasta forzar que Naciones Unidas decrete oficialmente la hambruna en dos regiones del sur de Somalia, Bakool y Baja Shabelle.

Desde 1999, cuando murieron más de un millón de somalíes, la ONU no tuvo que tomar una medida tan drástica en un país acostumbrado a convivir con los ciclos de las sequías y el hambre.
Por ahora, casi la mitad de la población somalí, unos 3,7 millones de personas, está en una situación de crisis humanitaria. Unos 2,8 millones residen en el sur, donde se registran ya más de seis muertes diarias de niños menores de cinco años por cada 10.000 habitantes.

Pero el coordinador humanitario de la ONU para Somalia, Mark Bowden, advirtió ayer en Nairobi de que «si no actuamos ahora, la hambruna se extenderá a las ocho regiones del sur de Somalia –controladas por Al Qaida– en los próximos dos meses debido a las pobres cosechas» que ya han situado a este país con el índice de malnutrición más alto del planeta.

La ONU cifró en 300 millones de dólares la ayuda necesaria en los próximos dos meses, aunque Intermon Oxfam cree que serán necesarios 1.000 millones de los que sólo hay comprometidos 200, un 20 por ciento.