Portugalete

Francia entregará a «Txeroki» un mes para cinco juicios

La Audiencia juzgará al ex dirigente de ETA entre mayo y junio próximos

Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», fue el jefe «militar» de ETA
Garikoitz Azpiazu, «Txeroki», fue el jefe «militar» de ETAlarazon

MADRID- Garikoitz Aspiazu, «Txeroki», ex «número uno» de ETA, volverá a España la próxima primavera para ser juzgado por cinco de las más de veinte causas abiertas contra él en la Audiencia Nacional por diferentes atentados. Entre ellos figura el intento de asesinato en 2002 de la teniente de alcalde de Portugalete (Vizcaya), Esther Cabezudo (PSE), y su escolta, por el que la Fiscalía pide para el ex dirigente etarra 377 años de prisión. Según confirmaron fuentes jurídicas, Francia no ha puesto reparos a la petición española de que «Txeroki» sea entregado temporalmente alrededor de un mes, «entre mayo y junio» de este año, para que se celebren esos cinco juicios. El pasado diciembre, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, viajó a la capital francesa, donde se reunió con el fiscal general de París, Francois Falletti, para tratar sobre la futura entrega.

En septiembre de 2009, los jueces de la Audiencia Nacional Ismael Moreno y Santiago Pedraz comunicaron a Aspiazu –que en la actualidad está preso en Francia– su procesamiento por cinco atentados de ETA, uno de ellos el cometido con una bomba-lapa contra el ahora diputado socialista Eduardo Madina. Era la primera vez que la Justicia gala autorizaba la entrega temporal de un etarra todavía pendiente de juicio en su país. De esta forma, se consiguió agilizar la tramitación de esas causas (al designar abogado y procurador) que en los próximos meses le sentarán en el banquillo de la Audiencia Nacional.

En el escrito de conclusiones provisionales, la fiscal Carmen Monfort relata cómo el 28 de febrero de 2002 «Txeroki» y los también etarras Idoya Mendizábal y Asier Arzalluz introdujeron el explosivo con el que pretendían asesinar a Cabezudo en un carrito de la compra, haciéndolo explosionar a su paso. La edil y su escolta se salvaron porque «ese día casualmente caminaban por la acera contraria».