Ciudad Lineal
Los últimos días de Sol
Vasili Fermin Arenas tiene 21 años, es ruso y trabaja tuneando coches en Campo de las Naciones. Es de los pocos «indignados» que se plantaron en Sol el pasado 15 de mayo y aún no se han ido.
«En mi tienda de campaña ha dormido mucha gente, incluso desconocidos», comenta mientras sale del interior de la misma Alba, una joven de 16 años a la que han expulsado del instituto y que está pensando en hacer un módulo de estética para septiembre. Al rato se une Erik, de 27 años y que «no, no tiene trabajo desde hace mucho tiempo». A pesar de la decisión de desmantelamiento del campamento el pasado día 12 de junio, los tres jóvenes siguen durmiendo cada noche en la tienda de Vasili y en dos sofás cama que otras comisiones iban a tirar el día de la mudanza. No piensan irse a ninguna parte, al menos, mientras «los de información sigan dejándonos comer de sus cosas», bromean.
A pesar de que los miembros del movimiento 15-M decidieron mantener sólo un punto de información en el kilómetro cero de la capital, construido con maderas de palés, lo cierto es que cualquiera que se pasee por Sol puede comprobar que es fácil toparse con más de una tienda de campaña, tresillos solos y, en definitiva, gente pululando alrededor de la caseta de información pero que no participa en las actividades del colectivo. «Éstos de aquí son unos vagos que no hacen nada por el movimiento y se aprovechan de la situación», explica Félix. Aunque los «indignados» siempre han renegado de cargos, él es quien hace las veces de organizador en el punto de información y al que todos acuden en caso de duda. Es gaditano, ex militar y tiene 44 años. De la comisión de biblioteca ha pasado a llevar las riendas de la caseta para que «el espíritu del 15-M nunca muera». «Llegará un momento en que esta caseta no sea necesaria y ese día no está muy lejos», explica mostrando orgulloso un mapa mundi de Google Maps plagado de banderines verdes donde «se han contagiado del virus 15-M». Félix augura, por tanto, una «muerte cercana» a esa «cabaña» instalada en pleno centro de Madrid porque «ya no será necesario informar a nadie de qué va porque ya lo sabrá todo el mundo». Muchos de los que se han acercado hasta el punto de información ha sido para contar todo tipo de problemas. «Esto a veces parece un gabinete psicológico, viene gente llorando porque les van a desahuciar. Entonces, les pedimos la documentación y organizamos la paralización».
Unas 25 personas siguen durmiendo a diario en el punto de información. Gente de lo más variopinto: un filólogo lituano, una arquitecta de Pozuelo y jóvenes como Dominic, de 19 años, que asegura haber desertado de la Marina americana o Christian, que dice estar «en el primer año de la Legión». No temen a la Policía «si no han venido antes, ahora no lo harán», opinan. Sin embargo, fuentes policiales aseguran que el punto de información de Sol tiene los días contados. La orden a las UIP tendrá que darla la delegada del Gobierno en la región, Dolores Carrión.
De Ciudad Lineal a Grecia
La agenda de un activista del movimiento 15-M no es apta para cualquier trabajador. Ayer mismo, además de varias asambleas, como la celebrada en la plaza del Carmen, los «indignados» paralizaron de nuevo un desahucio en Ciudad Lineal. Unas 200 personas se concentraron en la casa de la mujer afectada, en paro y con dos hijos, y la comisión judicial acabó abortando la operación. A las 20 horas un grupo de «indignados» se concentraron frente a la embajada de Grecia en solidaridad con el país.
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