Nairobi
Alta tensión en la cumbre de Cancún
Representantes de más de 190 países, convocados por Naciones Unidas, se reúnen desde hoy hasta el 11 de diciembre en Cancún para buscar una medida de consenso que sirva para combatir el cambio climático.
Descartado el acuerdo sobre los gases de efecto invernadero por el desinterés mostrado en esta materia por EE UU y China, los países más contaminantes del mundo y enfrentados por la crisis coreana, el objetivo es trasvasar el acuerdo de Copenhague a un tratado vinculante de la ONU y establecer los mecanismos para ayudar económicamente a los países emergentes a reducir sus emisiones, sobre todo, evitando la deforestación de los bosques, responsable del 20 por ciento de las emisiones.
Mientras, la Organización Meteorológica Mundial recuerda que la concentración en la atmósfera de los gases causantes del efecto invernadero ha alcanzado su nivel más alto desde el inicio de la Revolución Industrial.
Para ello, en la agenda figura la materialización del Fondo Global para el Clima –del que deberán salir los 30.000 millones de dólares prometidos en Copenhague para los países en vías de desarrollo–, cómo se entregará y quiénes serán los beneficiarios.
En este punto podría llegarse a un consenso gracias al impulso de la UE y del trabajo del presidente mexicano que, durante el último año, ha movilizado por el mundo a secretarios de estado y especialistas para crear los cimientos necesarios para lograr una alternativa al Protocolo de Kioto.
Este objetivo es inalcanzable. Habrá que ver si se materializa en 2011 en la cita de Durban (Suráfrica), pero puede ser el principio de un acuerdo global en otras materias. Entre los principales retos de los negociadores está convencer a China, preocupada por que los acuerdos puedan resentir su crecimiento económico, para que permita que sus programas de reducción de emisiones sean monitorizados por organismos internacionales.
Sin concesiones
Pekín, por su parte, no acepta hacer concesiones gratuitas y reclama que el dinero prometido empiece a fluir y que existan mayores controles sobre las propuestas de financiación hechas por los países desarrollados.
Uno de los mayores obstáculos del encuentro puede ser la delegación norteamericana. El avance republicano en el Congreso en las elecciones de noviembre podría modificar la estrategia planteada por Washington. Los activistas miran con recelo al país presidido por Barack Obama ahora que el Senado parece más lejos que antes de ratificar un tratado avalado por la ONU.
Bolivia ha sido la primera nación que ha anticipado el fracaso de la cumbre si se mantiene la visión mercantilista de los países desarrollados. El presidente Evo Morales confirmó su presencia y dijo que si no se llega a un acuerdo entre gobiernos, fuerzas sociales y pueblos «va a seguir empeorando la situación del calentamiento global».
España tampoco espera que se logre un tratado internacional. La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, no confía en un aumento de las restricciones en la emisión de gases, aunque admitió que existe un amplio consenso en torno a «las herramientas financieras, las de vigilancia, las de promoción de los bosques y las herramientas para ser más eficaces en las políticas de adaptación y trabajar en la diseminación tecnológica». Ribera anunció que hará una «apuesta importante» para consolidar los anuncios y compromisos alcanzados en Copenhague y que «queden recogidos en el seno de la ONU».
De decepción en decepción
- Nairobi, 2006: buenas intenciones y poco más. Las partes acordaron retrasar a 2008 un nuevo acuerdo de reducción de emisiones.
- Bali, 2007: los países aceptan el análisis de que el cambio climático provocado por el hombre supone una amenaza para la especie. Además, acordaron una hoja de ruta con vistas a 2009.
- Poznan, 2008: la cumbre austriaca se cerró sin recortes de emisiones. El texto de la ONU dejó a China e India fuera de una posible rebaja del CO2.
- Copenhague, 2009: la cita, que se presumía histórica, acaba en una declaración de intenciones y sin unanimidad.
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