Ciclismo

París

Despedida frustrada

«Andy Schleck y yo hemos estado hablando durante la carrera y nuestra situación no ha cambiado por lo de ayer. Seguimos siendo buenos amigos», dice Alberto Contador. El español y el luxemburgués se evitaron en el control de firmas, pero se buscaron en la carretera, cuando hay más testigos pero las conversaciones son más discretas.

Despedida frustrada
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«A Andy y a mí nos quedan muchos años de competir juntos y quiero que la relación sea buena, como ahora», añadió el español. Por eso pidió perdón en la noche del lunes en su videoblog. El único resto del incidente de la cadena es el remordimiento de Contador por haber cumplido con su deber y vestirse de amarillo. Al final de la etapa, Andy y alberto se abrazaron.Con la sangre caliente todavía, el pelotón empezó la etapa por el final. La batalla que acostumbran a reservarse los ciclistas para el último puerto, se la llevaron al primero. Esperaba el Peyresourde a la salida. Armstrong se unió a Vinokourov, Sastre, Kreuziger, Casar y Wiggins para organizar el primer ataque. En el Aspin se descolgaron Samuel Sánchez y Gesink. El «pelotón» de favoritos quedó reducido a once corredores. Y el Tourmalet reagrupó la carrera de manera definitiva.No estaba muy satisfecho Armstrong con su compañía y volvió a atacar en el Tourmalet. El estadounidense tenía ganas de despedirse a lo grande de la carrera. Sin posibilidades de vestirse de amarillo en París desde la primera semana, ha aguantado para dejar una hazaña en la memoria. Para convertirse en una leyenda como Merckx, que ganó su primer Tour en una etapa como la de ayer. En una escapada interminable que lo anunciaba como uno de los grandes.Hace tiempo que Armstrong está entre los más grandes, pero le falta una etapa que lo emparente con los héroes. Ayer era su oportunidad, pero no le dejaron marcharse en solitario. Nada más atacar se le unieron Cunego y Fedrigo. Casar, Moreau, Rubén Plaza, Vandewalle, Barredo y Konovalovas llegaron después.La oportunidad que no tuvo Armstrong para quedarse solo la buscó Carlos Barredo. Lo más destacado del asturiano hasta ahora había sido su pelea con el portugués Rui Costa. Necesitaba su momento de gloria. Pero se lo arruinaron a falta de un kilómetro con toda la crueldad posible. Sabía que estaba condenado mucho antes, pero le dejaron «desangrarse» en solitario para evitar un rival más en la llegada.Cuando llegó el esprint, Armstrong ya sabía que su momento había pasado. «Sabía que sacar provecho de la escapada iba a ser muy difícil. Salí muy rápido al inicio de la etapa, pero me encontré con gente muy combativa y serios aspirantes a la victoria de etapa», comentó antes de agradecer el apoyo del público. El estadounidense se ha hecho humano antes de su despedida. Por eso ganó Fedrigo.