Sevilla

Las mil caras de «El Cuco»

Javier G. M., de 16 años, se enfrenta a partir de mañana al testimonio de más de 60 testigos en el juicio por el asesinato y violación de Marta del Castillo

La Razón
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Sevilla/Madrid- Las lágrimas le rebosaron, entre sollozos, contó que sí, que vio a Marta en la habitación de Miguel, ensangrentada. «Vi a Marta (del Castillo) en medio de la sangre, había mucha sangre en la habitación. Yo estaba con Miguel (Carcaño) en la casa. Estaba muerta, yo la vi allí muerta».

La confesión de Javier G.M., «El Cuco», a los agentes del GRUME que lo trasladaban desde el centro de menores de Las Lagunillas (Jaén) al juzgado de Sevilla, es el punto de inicio de la transformación de este menor de 16 años, presunto coautor de un delito de asesinato y de violación de la joven Marta del Castillo, de 17 años desaparecida en Sevilla en 2009.

Cuando «El peque», como le llamaba Marta de forma cariñosa, salió del furgón policial, comenzó a aparecer la verdadera personalidad del menor. Asesorado por sus abogados, y con una estrategia milimétricamente estudiada ha desfilado por comisarías y juzgados desafiando a todo el que se ponía delante suyo. Durante el careo con Carcaño, el principal imputado por el caso, dejó bien claro quién era el más fuerte.

«El Cuco» tenía una especial fijación por Marta. No paraba de mandarle fotos a la red social Tuenti y de piropearla. En cambio, la joven le trataba como a un niño porque era dos años menor que ella y tenía su punto de mira fijado en Carcaño. «El Cuco» nunca aceptó que la joven lo rechazara.

Javier no era el mismo que hace un año. Tras la separación de sus padres y su traslado al barrio de La Magdalena pasó de ser un niño de colegio bien a un chaval conflictivo. Su padre, de profesión guardia civil, se vio obligado a irse de casa. En poco tiempo, se encontró con que su madre tenía un novio.

Comenzó su vida de «pandillero» y se unió a Miguel Carcaño, de 19 años, y a Samuel Benítez, también de 19, a quien idolatra e imita. Su unión se estrechó rápidamente y comenzaron a llamarse «primos» entre ellos. Pese a su juventud, solía emborracharse de botellón. Sobre todo con ron con cola. A continuación comenzó su coqueteo con las drogas. Pronto demostró el por qué de «El Cuco». Era un tipo frío, listo y un extraordinario actor. Su vida en las calles, le hizo más fuerte, más vivo. Además, comenzó a coleccionar cuchillos y navajas. Una de ellas fue localizada en una alcantarilla cerca del lugar del crimen. Javier alegó que la llevaba siempre porque temía verse involucrado en una pelea entre pandilleros.

Cuando la desaparición de Marta saltó a las portadas de todos los informativos comenzó una nueva metamorfosis. La confianza en sus «primos», la seguridad que le daban sus abogados y convertirse en un personaje mediático le ayudaron a moldear al personaje. Durante su estancia en el centro de menores dijo que el objetivo era «sobrevivir» porque habían descubierto su verdadera identidad. En lugar de arrugarse, el «dos cuartas», apelativo referido a su altura, cambió de imagen, se dejó el pelo más largo y planificó su imagen de niño bueno. Desafió a los agentes que lo interrogaron, al juez encargado del caso y al propio Carcaño, al que se comió literalmente en un careo. Ya no le tiene miedo a nada ni a nadie y se siente poderoso. El momento de debilidad mostrado ante los agentes del GRUME no se volvería a repetir. «El Cuco» consiguió que el juez de Instrucción, el magistrado le diera «una extraordinaria credibilidad» a su testimonio. Se mostró convincente, como una víctima de los hechos. Amenazado por el hermano de Miguel. De la detallada narración de los hechos de Carcaño, se dibuja a un adolescente sin escrúpulos y sádico, capaz de violar a «su amiga», de ponerle un calcetín en la boca, de pararse a pensar en ponerse el preservativo, de estrangularla con un cable y recurrir a un tensiómetro para corroborar que Marta había muerto, según el relato de Carcaño.

Javier siempre defendió que el principal implicado en el crimen es «muy chulito con las tías, pero con los tíos se achanta». Y se aprovechó de ello. Esa noche, tras la reconstrucción de los hechos, cuando ya se marchaban del piso de León XIII, Carcaño pidió testificar de nuevo y fue cuando contó el relato que implicaba al menor como asesino y violador, y señalaba el contenedor de basura como destino del cuerpo. Como venganza, decidió narrar la verdad o involucrar al menor más en los hechos, algo que tendrá que dilucidar la Justicia. «El Cuco» sabe de su poder y quiere que le dejen hablar de nuevo con Miguel. Diez minutos «y verá cómo dice la verdad».


«Llámame, no tengo saldo»
Durante las cerca de tres semanas que pasaron desde la desaparición de Marta hasta las detenciones, «El peque» escenificó el dolor ante los amigos comunes y llegó a decir que mataría a quien le hubiera hecho daño a su amiga. Con mucha sangre fría decidió trabajar como voluntario en la búsqueda.

El día de la desaparición se fue de marcha, según sus declaraciones, y no a buscar a la joven, pese a estar avisado. Según las pesquisas policiales, cuando Marta ya estaba muerta –y, dice la Policía, sabiéndolo– le mandó un sms («Llámame que no tengo saldo») para preparar la coartada. Ante la Policía y en su primera declaración ante el juez, implicó a todos los detenidos, incluido el hermano de Carcaño, Francisco Javier Delgado, a quien el principal implicado no mencionó. También dijo que tiraron el cadáver al Guadalquivir. En la reconstrucción de los hechos de la Fiscalía, se indica que utilizó el coche de su madre para deshacerse del cuerpo. Al parecer, era habitual que utilizara el vehículo de su madre. En sus posteriores declaraciones, se encargó de dar una versión que le exculpaba. Aseguró que su versión se basaba en las informaciones que vio en la televisión y que contó todo esto por las presiones. Desde ese momento, sostiene que no tiene nada que ver con los hechos, que estuvo con unos amigos en un parque, bebiendo y con la bicicleta.

En la última versión de Carcaño, éste señala que «El Cuco» violó y asesinó a Marta a punta de navaja, junto a él, que también participó en los abusos sexuales. Es más, le señala como la persona que apretó el cable de la alargadera con que asfixiaron a Marta. Se halló una navaja de mariposa, supuestamente perteneciente al menor, en un sumidero frente al portal de la calle León XIIl, con la que presuntamente amenazaron a Marta del Castillo.


De paseo por Sevilla
- El «Cuco» ha dicho que no está dispuesto a cambiar de vida y, según fuentes policiales, es habitual verle pasear por las calles de Sevilla con total impunidad.
- Su mayor reto comienza con el juicio de mañana. Ha estado internado el máximo legal en un centro de menores (nueve meses) y, después en un piso tutelado.