Grecia

Ataque y defensa

Carme Chacón. Cuándo: 26 de mayo de 2011. Dónde: en la sede del PSOE, en Ferraz (Madrid). Por qué: la ministra de Defensa anuncia que no se presentará a las primarias de su partido.

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Hacía varias semanas que la ministra de Defensa había pasado al ataque. Su candidatura virtual, como sucesora de Zapatero, se destilaba en cantidades homeopáticas con la Prensa, y en discretos contactos con destacados miembros del Partido Socialista. Zapatero, monarca de todos, posiblemente ignoraba que el 21 de abril de 1967 tuvo lugar en Grecia «el golpe de los coroneles», motivado, entre otras cosas, por un desafortunado cambio en el Ministerio de Defensa, que dejó al rey Constantino sin corona. Pero quizás Zapatero, preocupado por la Alianza de Civilizaciones y otros trascendentales problemas de la Humanidad, no tenga mucho tiempo de repasar la Historia. El caso es que, tras el aciago 22 de mayo, cualquier coronel con antiguo mando socialista se puso nervioso, y lo que era una candidatura oficiosa y circunspecta se volvió menos cauta, y el nombre de Carme Chacón se pronunciaba en todos los corrillos como oponente al poderoso vicepresidente Rubalcaba. De repente, la ministra de Defensa, que nunca dijo públicamente «esta candidatura es mía», la desmintió en una declaración oficial, que tiene aires líricos de discurso de investidura y asistimos a la ceremonia surrealista de retirar una candidatura que nunca se declaró como tal.

Y ése es el instante que recoge la imagen, el adiós a la posibilidad, los ojos con la humedad prologal de las lágrimas, los labios fruncidos para evitarlas, la emoción del momento, que puede ser de tristeza por una despedida o de coraje por una decepción. El comunicado oficial habla de generosa entrega para evitar que la autoridad de Zapatero se ponga en duda, pero también puede interpretarse como una gran operación de imagen donde, tras constatar que los coroneles todavía no están por el acompañamiento en la revuelta, se convierte la necesidad de la retirada en virtud de sacrificio.
 
A estas alturas de su mandato, la ministra de Defensa ya sabe, a través de sus asesores, que el Ejército nunca se retira, y que si retrocede se debe a un repliegue estratégico. ¿Estamos ante un repliegue estratégico? Incluso en actividades como el atletismo, ya se sabe que una de las fórmulas previas a dar un gran salto supone un pequeño retroceso para tomar impulso.

De momento, la imagen de la ministra queda mejorada, porque a la gente normal nos gusta saber que los aspirantes a líderes también van al cuarto de baño, o no siempre conservan la sangre fría y el lagrimal congelado.

De esta mujer se dice que tiene mucho talento. Es muy probable que las circunstancias le hayan impedido demostrarlo en todo su esplendor, pero sí es cierto que maneja muy bien los tiempos y, sobre todo, no comete deslices de bulto. Excepto en el Estatuto de Cataluña, donde nos obsequió con el neologismo «plenísimo» –el Estatuto de Cataluña es «plenísimamente constitucional»–, no se le conocen grandes errores, como a algunas de sus compañeras de género ministerial.

Al público en general le gustan los sentimientos a flor de piel. De ahí el éxito de los seriales o de los tangos o de la copla. Y esta imagen produce interés y afección. No es mala cosecha por si, cualquier día, la ministra de Defensa vuelve al ataque.