Serbia
Mladic se declara enfermo para evitar ir a La Haya
Su familia recurre la extradición y exige un «examen independiente» realizado por médicos rusos
Bruselas- Ratko Mladic se queda sin tiempo y, sobre todo sin excusas, antes de sentarse en banquillo del Tribunal de La Haya (TPIY). El militar europeo con los cargos más sangrientos a sus espaldas tras la Segunda Guerra Mundial, acusado del genocidio de Srebrenica y el cerco de Sarajevo, fue considerado ayer apto para viajar ante los jueces del TPIY para la antigua Yugoslavia, a pesar de que el interrogatorio se había tenido que suspender la víspera aparentemente debido a su estado de salud.
El juez instructor serbio que interrogó ayer por segundo día a Mladic determinó que se dan las condiciones requeridas para su extradición a La Haya. Es decir, los cargos de que se le acusa, son competencia del TPIY, y los exámenes médicos que se le han realizado prueban que está en condiciones de asistir al proceso. Maja Kovacevic, portavoz del departamento especial de crímenes de guerra del Tribunal de Belgrado, sí indicó que Mladic, de 68 años, «padece enfermedades crónicas», informa Efe.
Sólo le separa de la corte el recurso que su abogado defensor ya ha indicado que presentará antes de tres días, sobre la que se tendría que pronunciar la justicia serbia en los siguientes tres días. Es decir, el proceso de extradición podría durar entre siete y diez días. Tras conocerse su detención, uno de los principales requisitos para el proceso de adhesión de Serbia a la UE, que se podría abrir en octubre, los líderes europeos urgieron a Belgrado a que enviara «tan rápido como fuera posible» al militar a la corte internacional.
Sin embargo, su familia insiste en la debilidad del militar, cuyas imágenes vestido de militar con rostro lleno de orgullo y firmeza en los 90, contrastaban con el gesto despistado del anciano detenido este jueves. Su hijo, Darko Mladic, informó ayer a los medios que su familia solicitará una segunda opinión médica, para lo que ha contactado a un equipo ruso para que realicen un «examen independiente». El estado de salud deteriorado, pero suficientemente bueno para responder a los interrogatorios y hacer frente a los cargos, según las autoridades serbias, «no es una táctica de la defensa», dijo su hijo. «Tiene problemas para comunicarse, su brazo derecho está casi inmovilizado y no siente la parte derecha de su cuerpo», protestó.
Darko Mladic y la esposa del acusado, Bosiljka, visitaron ayer al detenido, a quien no veían desde hace más de una década. Sin embargo, el fiscal serbio de crímenes de guerra, Vladimir Vukcevic, indicó que Mladic «se conserva bastante bien», tanto es así que durante el interrogatorio se mostró «bastante cooperativo». «Hablaba con casi todos a los que veía, incluso con los guardias del tribunal», contó el fiscal a los medios.
Al margen del trabajo judicial, las preguntas para muchos se centran en la vida que llevó durante los últimos 16 años el cerebro militar de los serbios en Bosnia y las circunstancias de su detención. El ministro serbio de Interior, Ivica Dacic, contó que Mladic vivió humildemente durante años en Lazarevo, donde aparentemente se aisló de su entorno y donde fue detenido por las fuerzas especiales serbias el jueves de madrugada. Aunque el ministro rechazó que el general contaba con una importante red de apoyo, si contaba con la ayuda de parientes cercanos como su primo, que vivía en la misma villa, y con el silencio cómplice de unos vecinos que ayer recorrieron las calles en una manifestación de apoyo. Unas 600 personas ultranacionalistas se enfrentaron a las fuerzas de seguridad allí, mientras gritaban consignas contra el presidente del país, Boris Tadic, un proeuropeo responsable del acercamiento de su país a la UE.
Muchos se preguntan cómo es posible que durante más de 15 años el criminal de guerra más buscado del país haya podido pasar desapercibido. Tadic tachó ayer como «basura» las acusaciones que señalan que su Gobierno sabía desde hace tiempo dónde se escondía. El responsable de Interior insistió en que era la primera vez que la policía registraba esa localidad. Su compañero en el Gobierno, Rasim Kjajic, contó que el militar no ofreció ninguna resistencia, ya que tenía dos pistolas cargadas que no usó.
El preso pide fresas y Tolstói
Mladic ya ha hecho sus primeras peticiones: quiere fresas, novelas de Tolstói y una televisión en la celda. También ha solicitado que le mantengan su pensión y poder visitar la tumba de su hija Ana, que se suicidó con 23 años con la pistola favorita de su padre. Su mujer (en la foto) y su hijo se encontraron ayer con Mladic por primera vez en 10 años, según contaron a la Prensa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar