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El gran «show»
Las elecciones americanas se han ido convirtiendo en el mayor espectáculo del mundo, al menos mediático. El tirón espectacular se ha seguido manteniendo en el 2011, a pesar de la ausencia de personajes carismáticos y antes del comienzo de la competencia entre partidos. Una tendencia mucho más antigua y ya universal, la de que la televisión es la principal palestra en la que se dirime la liza, ha experimentado este año un incremento exponencial. Nunca los debates habían sido tan numerosos y tan importantes. Es una forma barata de hacer campaña, que ha permitido mantenerse en la carrera a varios aspirantes con poco éxito en allegar recursos. Ha posibilitado conocer a fondo sus habilidades como polemistas, el tono general de sus ideas y algunos rasgos de sus caracteres, y ha llevado a una primera selección.
El resultado de esta fase inicial es un duelo entre Mitt Romney –mormón con categoría jerárquica de arzobispo, buena experiencia política como gobernador y excelente historial como empresario– y Newton (Newt) Gingrich, curioso personaje de extraordinarias capacidades intelectuales y ramalazos de genialidad unidos a rasgos que apuntan a cierto de-sequilibrio. Los más acérrimos conservadores, especialmente los de extracción evangélica, sienten repugnancia por Romney, porque deambula siempre por la cuerda floja entre derecha e izquierda y consideran su fe como una aberrante desviación del cristianismo. Sin embargo, su oportunista tibieza ideológica puede atraer a independientes decisivos a la hora de la verdad. Las credenciales conservadoras de Gringrich son fiables, pero sus peculiaridades psicológicas intimidan a bastantes, aunque a todos les gustaría verlo hacer pedazos a Obama en un debate. Tercero en discordia es Ron Paul. Lo acusan de furibundo conservador, pero como los extremos se tocan, exhibe ideas de lo más izquierdista. El peligro es que compitan como un tercer partido que daría la victoria a los demócratas. Las encuestas en Iowa han levantado a Santorum, sólido conservador, aunque de presencia más bien anodina.
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