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Soledad Verdú

La Razón
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Soledad, tienes nombre de cantante de bolero. Se partía de la risa Sol Verdú y me decía: «Ah sí, pues entonces arráncame la vida con un beso de amor». La vida se la ha arrancado la enfermedad. ¡Qué pena y qué rabia! Siempre fui fan de Sol. Por su lucidez, por su sentido del humor. También por su olfato para rastrear la noticia. Era una de nuestras mejores periodistas. En la sede de EFE, según se entra en la redacción a la izquierda, había una mesa desbordada de libros y carpetas en la que se sentaba una chica estupenda, muy rubia y con el pelo cardado, que tenía una sonrisa, una palabra, un gesto amable para todo el mundo. Aquella mesa –con alguna cosa rica escondida en el cajón–, era lugar obligado de parada para todos. Ella no defraudaba nunca. Era el escritorio de Soledad Verdú. Allí se fraguaron no pocas exclusivas de EFE. Era todavía la agencia el proyecto informativo de Estado más importante que ha tenido España, antes de que el PP la convirtiera en un gabinete de prensa y el PSOE rematara la faena. Durante 33 años, Sol Verdú contribuyó con su rigor e independencia insobornable a engrandecer EFE. Defendió a dentelladas a su gente. Crueldad o torpeza de los hombres, tanto da, mientras esto escribo, los camaradas reparten en EFE cartas de despido. ¡Cuánta falta nos vas a hacer, Sol, en esta lejanía, a la noche, por la tarde y por el día! ¡Cuánta!