Andalucía

Pueblos pitufos

La Razón
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Júzcar, un pequeño pueblo blanco de la serranía de Ronda, ha pasado a ser azul de la noche a la mañana. No es que los coloreados mapas de la noche electoral le hayan adjudicado un alcalde del PP sino que, al parecer, la multinacional Sony ha decidido presentar allí su nueva película de pitufos. A estas alturas debe de ser la noticia más mundialmente conocida sobre Andalucía puesto que, después del varal roto de la Virgen del Rocío, no parece que nos haya pasado nada más importante a los andaluces en estos últimos días y, a tenor de algunos titulares, puede que en los últimos años. El caso es que apenas Griñán tuvo conocimiento del hecho, tentado estuvo de llamar al alcalde del municipio para preguntarle cómo, mediante qué secreta traición y a través de qué pacto «antinatura» uno de los nuestros había podido consentir semejante aberración. Primero tuvieron que aclararle dónde estaba exactamente Júzcar y después lograron sacarle de su error confirmando que el único pacto que allí se había firmado era uno con la multinacional cinematográfica norteamericana para pintar por fuera las casas, pero que David Fernández se había convertido en su nuevo alcalde pitufo y seguía siendo socialista. La explicación parece que convenció en un primer momento al presidente pero todavía parece pronto para desmentir que aún no siga dándole vueltas a la cabeza sin descartar que detrás de la operación no esté el malvado «Gárgamel Arenas» o el, desde este sábado, traidor «Azrael Valderas». Ahí sigue. El influjo del 22-M continúa gastándole malas pasadas a un cariacontecido presidente y secretario general de los socialistas andaluces que ve fantasmas y conspiraciones allá donde los votos le han puesto por primera vez contra las cuerdas. No es el caso de Júzcar, donde de momento hay alcalde socialista –azul, pero socialista– pero sí el de muchos municipios andaluces en los que Griñán se debate como un Hamlet de la política entre el ser o no ser de su propia responsabilidad personal ante el fracaso. En Almería, que se sepa, las casas siguen tan blancas como siempre pero el partido ha quedado en manos de una gestora después del desastre electoral. En Málaga no encuentran sitio lo suficientemente grande para reunir a todos los que perdieron y en Cádiz lo que hay es una cuadrilla perfectamente uniformada, y no precisamente de pintores, para borrarle de un brochazo. Encontrar culpables fuera del partido no parece tarea ventajosa a poco que decidiera observar primero lo que hay dentro. Aunque a juzgar por lo que ha pasado con el pequeño pueblo pitufo bien podría continuar echándole las culpas a la Sony.