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La pasarela también en blanco y negro por Hannibal Laguna
Los tonos neutros dominaron sobre rojos y azules en una noche cargada de asimetrías, pero anodina de diseños por la ausencia de divas del glamour como Nicole Kidman o Julianne Moore
Las echo de menos. La alfombra roja, también. A Julianne Moore. Nicole Kidman. Charlize Theron, Cate Blanchet. Halle Berry. Catherine Zeta-Jones. Demi Moore. Sarah Jessica Parker. Y a otras tantas. No sé si por su ausencia manifiesta, pero el paseo previo a la gala de los Oscar me supo a poco. No se crean que la socorrida excusa de la crisis es la causante de la falta de esplendor en los vestidos de la noche del domingo. Más bien, ausencia de creatividad. O de riesgo.
Mucho vestido negro –mi debilidad– lograba el equilibrio con otros tantos en blanco en todas sus tonalidades, desde el natural al roto, con variedades de paillettes por doquier. El rojo le seguía a la zaga, aunque me llamó bastante la atención esa gama de pantones extraños donde se mezclaban los verdes y los azules, como el océano de Armani Privé que escogió Penélope Cruz. Pero pongamos más nombres sobre la mesa. Por ejemplo, Milla Jovovich. Fue la primera en estrenar la moqueta y también estaría a la cabeza en el ranking de las más elegantes. La actriz lució un majestuoso vestido que firmaba para ella Elie Saab, que supo llevar aportando una nostálgica mirada.
Jovovich encabezó también la gama de los blancos, a la que siguió Gwyneth Paltrow. Impecable el vestido con capa que le preparó Tom Ford en el que aunaba delicadeza y renovación. Las dos también retratan a la perfección otra de las tendencias de la noche: las asimetrías. Acostumbrados a los escotes palabra de honor o en forma de corazón para pisar sobre seguro, fueron muchas las que se dejaron llevar dejando un hombro al descubierto o con fruncidos dispares.
En el festival de tonos crudos no se quedó atrás la princesa Charlene de Mónaco con un diseño de Akris. Me recordaba a los que he presentado recientemente en la pasada Fashion Week Madrid, aunque en color opuesto. Me atrapó el buen gusto del efecto «T-shirt», un acierto a modo de homenaje cuando se cumplían los 50 años de la entrega del Oscar a Grace Kelly.
Del carmín al cereza
La falta de color la suplieron los rojos de Natalie Portman, Emma Stone y Michelle Williams. Una con carmín, la otra en cereza y la tercera, con un toque magenta. La protagonista de «Cisne negro» se paseó con un Dior de aire vintage, escote palabra de honor y salpicado de topos. Williams optó por un Louis Vuitton de clara inspiración española. Del trío, me quedo con Stone. Sublime, cubierta de gasa hasta el cuello gracias a la mano de Giambattista Valli, demostrando que no es necesario enseñarlo todo para desprender sensualidad.
En las antípodas se encontraba Angelina Jolie. Lo siento, porque ella sabe qué tiene que ponerse y cómo llevarlo en cada una de sus apariciones y estrenos. Véanse los últimos Globos de Oro. Por eso no tenía ninguna necesidad de estar sacando pierna a cada paso y a cada pose con su Atelier Versace en negro. Tampoco estuvieron acertadas Glenn Cloose –sin comentarios– ni la novia de George Clooney. La modelo y ex luchadora Stacey Keibler se atrevió con un vestido de Marchesa. Aunque su estructura tenía un punto de partida interesante, estaba tan mal cosido...
Y es que el riesgo es un arte difícil. Un reto que supieron asumir tanto Rose Byrne con su baño de lentejuelas de Vivienne Westwood, como la pincelada barroca de Jessica Chastain. Con los bordados de hilo de oro sobre el corsé a medida de Sarah Burton para la firma Alexander McQueen demostró que hay que dar un paso adelante si se quiere deslumbrar en la alfombra roja de las ausentes.
Un toque «real» en Hollywood
Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock desataron la locura entre los que esperaban a la entrada del Teatro Kodak. Una vez más, la princesa de Mónaco deslumbró con un sencillo y elegante diseño blanco.
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