Feria de Bilbao
José Tomás no defrauda
Huelva. Primera de la Feria de Las Colombinas. Se lidiaron toros de la ganadería de El Pilar, justos de presentación, con fondo de nobleza aunque sin terminar de romper. Lleno de «No hay billetes». Emilio Silvera, de nazareno y oro, pinchazo, pinchazo hondo, aviso (saludos); media (saludos). José Tomás, de pistacho y oro, estocada (oreja); pinchazo hondo, descabellos (saludos). Daniel Luque, de grana y oro, estocada (oreja); metisaca, estocada casi entera (saludos).
No cabía un alfiler en la plaza de toros de Huelva. Es el sino de José Tomás: crear expectación y no sólo en los recintos taurinos, también arrastra infinidad de aficionados a la ciudad donde torea. En la capital onubense sucedió en la tarde de ayer. Abarrotadas las localidades del coso de La Merced y la hostelería de los alrededores. El de Galapagar llenó, y convenció, aunque no pudo redondear el triunfo. En esta ocasión compartió con Daniel Luque. La de ayer en Huelva fue una tarde con ribetes de histórica, que comprendió el público y nada más romperse el paseíllo sacó a los tres toreros a saludar.
José Tomás mostró pronto sus avales en los lances de recibo al segundo, bajando la mano y gustándose muy despacio. Remató con una media verónica superior y para el quite dejó una lentísima chicuelina, muy ajustada y a compás abierto. Ya el público estaba con el de Galapagar y le acompañó con entusiasmo en una faena en la que supo cuidar al toro, ayudarle primero a desplazarse y luego a torearle con lentitud y sentimiento al noble animal. Hubo una voltereta pero se repuso como si no hubiese pasado nada.
De nuevo quiso brillar con el capote en los lances de recibo ante el quinto. Muy ceñido, llevó con temple las acometidas. Con la muleta fraguó una faena en dos partes: en la primera parecía como si estuviese estudiando al toro, que embistió con la cara alta y brusquedad. No hubo lucimiento hasta que fue sometiendo a su oponente y acabó entusiasmando, ahora con tandas diestras y unas espectaculares manoletinas, citando de frente y con compás abierto. Un cantaor de flamenco espontáneo amenizó sus dos faenas.
Emilio Silvera cumplió en los lances de recibo ante el toro que abría la expectante tarde, ganó terreno con un astado que mostró justeza de fuerza. Su faena estuvo marcada por el asentamiento del torero, que a pesar de que torea poco, se mostró muy centrado en una labor que tuvo altibajos. A muletazos limpios y con sabor le acompañaron otros en los que le tropezaba la muleta.
Con el cuarto hiló una faena de largo metraje, animoso y dispuesto, con muletazos de buen trazo unos y otros más deslucidos, sobre todo cuando le faltó acople con las encastadas embestidas de la res. Su tercero, Manuel Jesús de María, clavó un espectacular par al quiebro desde el centro del ruedo.
Daniel Luque no quiso pasar desapercibido y compuso una labor basada en la suavidad, el temple y el toreo llevado con lentitud. Hilvanó tandas de muletazos sobre ambas manos, siempre con la figura en vertical y adornando la faena con una vistosa variedad de repertorio. Se ajustó a un animal que tuvo un fondo de nobleza, aunque le faltó más acometividad.
El sexto tampoco ayudó en demasía al torero de Gerena. El animal llevó una embestida descompuesta y desplazada. No obstante, Luque estuvo dispuesto y centrado, para estar por encima ante estas condiciones.
✕
Accede a tu cuenta para comentar