Pekín
Latido de plata
Noya vence a uno de los hermanos Brownlee, pero no puede con el otro
Londres- Brownlee, Alistair, entró primero en la meta, con unos metros de ventaja, suficientes como para frenarse para coger la bandera de Gran Bretaña. Detrás, otro guerrero, español, que le había peleado más que nunca el título al amo del triatlón. Era Gómez Noya, que saludó al público y se fue al suelo para descansar, agotado. Lo tenía merecido. Desde el suelo, tirados ambos, primero y segundo, se daban la mano en una imagen hermosa antes de que el otro Brownlee, Jonathan, llegara a la meta. Apenas le dio tiempo a abrazarse a su hermano antes de que se lo llevaran en silla de ruedas. Incluso tuvieron que darle suero para que se recuperara. Así es este deporte. «Cruzas la meta y no piensas ni en las medallas, sólo en que se acabe el sufrimiento», afirmó Gómez Noya después, ya sonriente, con el metal en el pecho, «pesado», según dijo, «merecido», el primer hombre que da una alegría España, porque hasta ahora todos los premios tenían nombre de mujer.
Corazón de plata el del triatleta gallego, que en sus comienzos tuvo problemas para competir. Una anomalía cardíaca fue objeto de debate y de sufrimiento para él. También de lucha. El CSD le quitó la licencia en dos ocasiones. Con la ayuda y la opinión de varios expertos, consiguió que se la devolvieran bajo su responsabilidad y después de eso Gómez Noya se centró en otra lucha, la de competir y ganar Europeos y Mundiales. Y ser plata en los Juegos: «Lo llevaba buscando desde 2005», reconoció. Lo que se le resistió en Pekín en 2008 lo logró ayer en una prueba exigente. «No cambiaría nada de lo que hice», dijo. En los 1.500 metros a nado, con neopreno, con la temperatura a 19,6 grados, se colocó detrás del eslovaco Varga, «un gran nadador», explicó. Era la referencia buena, aunque Varga, que ha estado concentrado con los Brownlee antes de los Juegos, se convirtió en un aliado más para ellos en la bicicleta (43 km. ayer, no 40) junto al también británico Hayer. Hubo tensión con las dos ruedas. «Yo estaba solo y ellos con ayuda», narró el español, y tuvo que salir a un intento de fuga de Alistair. Mientras tanto, el entrenador de Javi, Omar González, hablaba por teléfono, bebía agua y miraba el reloj para controlar los tiempos. Parecía tranquilo. Buena señal.
«No se parará», había advertido Gómez Noya. Y qué razón tenía. En la carrera a pie (10 kilómetros) Alistair tiró sin mirar atrás, en plan psicópata, el único momento en el que no sonrió. Parece un chico feliz, pero en la prueba tritura a los rivales. Noya se puso en medio de los dos hermanos y Jonathan, que además tuvo que cumplir una sanción de parada de 15 segundos por un error en el cambio de disciplina (se subió a la bici antes de cruzar la línea, el ansia), cedió. El ruido del público impedía oír algo, pero Javi comenzó a notar que la respiración de su rival se agitaba. Al momento ya lo tenía detrás. Omar le avisó después de la sanción de su rival. «John» ya no era un peligro. No así su hermano, que con su ritmo logró descolgarle. Primero un poco, pero Noya lo seguía teniendo a tiro. Incluso amagó con cogerlo, hasta que llegó la «rendición» definitiva. «Él es el más rápido, pero he estado más cerca que otras veces», analizó el gallego, felicitado por muchos de sus compañeros cuando se cruzaban. «Salí a por el oro, pero la plata está bien. He dado todo por estar aquí», dijo. Y ha merecido la pena.
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